En este dramático episodio de Sueños de libertad, titulado “Marta y Fina: Sueños de libertad (Capítulo 311): ¿Te vas a deshacerte de lo único que te da poder?”, la tensión se dispara entre los personajes principales, María y Begoña, cuando discuten sobre un acuerdo empresarial crucial relacionado con las acciones de la empresa y la influencia que estas representan. El ambiente está cargado de una sensación de rivalidad, poder y decisiones estratégicas que no solo afectan su futuro financiero, sino también su posición dentro de la familia y la empresa.
La conversación comienza con Begoña preguntando a María sobre cómo fue la reciente reunión con los Merino, quienes le habían hecho una oferta por las acciones de Julia. A pesar de que Begoña inicialmente intenta restar importancia a la situación, María no tarda en admitir que los Merino le ofrecieron una cantidad por las acciones, pero que la propuesta no fue tan atractiva como esperaba. La decepción de María es palpable, especialmente porque la oferta de los Merino ni siquiera se acerca a la de don Pedro, a pesar de que ellos afirman valorar mucho a Julia. María muestra su frustración al sentir que la oferta que se le presentó fue insuficiente y no corresponde a la importancia que ella le da a las acciones de la niña.
Ante esta situación, María se ve forzada a considerar la propuesta de otro empresario, el señor Carpena, quien presenta una oferta mucho más tentadora, una que describe como “una propuesta que quita la respiración”. Es en este momento cuando Begoña, con tono sarcástico, se burla de la aparente satisfacción de María, insinuando que se siente como una especie de defensora de los intereses de Jesús. María, sin embargo, no se deja afectar por el sarcasmo y responde con seguridad, reafirmando que ella es mucho más que eso, dejando claro que sus decisiones están basadas en su propio poder y visión.
La conversación toma un giro tenso cuando Begoña le recuerda a María que Jesús jamás habría entregado las acciones de Julia a don Pedro, debido al odio que sentía por él. María, con una mezcla de frialdad y determinación, le responde que Jesús era un hombre práctico, recordando cómo él mismo vendió acciones a Andrés, acciones que ahora ella controla. Esta afirmación de María refleja su creciente poder dentro de la empresa y cómo ha logrado mantenerse al mando de situaciones difíciles. Sin embargo, Begoña no tarda en admitir que el poder le sienta bien a María, pero le lanza una amenaza velada que hará que la tensión aumente considerablemente.
Begoña le advierte que, una vez que María decida vender las acciones de Julia, no solo perderá el poder que ahora tiene, sino que también será vista como una traidora, y nadie le agradecerá nada. Al contrario, ella podría terminar siendo la persona que tenga que rogar por un mínimo de consideración. María, completamente segura de sí misma, responde que no necesita rogarle nada a nadie, mostrándose imparable y decidida a seguir adelante con su plan.
Sin embargo, Begoña no se queda callada y le plantea una pregunta que resuena en lo más profundo de María: ¿realmente está dispuesta a deshacerse de lo único que le da poder y que la mantiene vinculada a Andrés? La inquietud de Begoña surge de una reflexión profunda sobre el impacto que esta decisión tendrá en la vida de María, ya que las acciones no solo representan una valiosa propiedad dentro de la empresa, sino también el vínculo con su esposo, Andrés, que aún conserva el control de la familia y de la situación empresarial. Begoña plantea que María está dispuesta a hacer una jugada arriesgada por pura venganza, algo que podría llevarla a perder todo lo que ha ganado hasta ahora, incluyendo su posición de poder en la empresa y su relevancia en la casa.
María, sin embargo, no se deja influenciar por las palabras de Begoña y le recuerda fríamente que sigue casada con Andrés, a pesar de la creciente distancia entre ellos. Begoña, con un tono frío y calculador, le responde que eso no será suficiente para mantener su lugar en la familia. Según ella, si María vende las acciones de Julia, la verán como una traidora, y eso la aislará aún más dentro de la casa. La soledad de María, que podría convertirse en un infierno emocional, es algo que Begoña está dispuesta a enfatizar como una consecuencia inevitable de su elección. La amenaza de Begoña es clara: perderá no solo su poder, sino también su lugar en la familia y en la empresa, enfrentándose a una existencia de vacío y desprecio.
La conversación culmina con Begoña haciendo una última pregunta que deja en el aire toda la incertidumbre: “¿Eso es realmente lo que quieres?” Con esta frase, Begoña intenta hacer que María reflexione sobre las consecuencias de sus acciones, cuestionando si vale la pena sacrificar todo lo que ha logrado por una motivación tan destructiva como la venganza. La tensión en el ambiente es insoportable, ya que cada palabra de Begoña parece ser un desafío a la voluntad de María, obligándola a considerar si su deseo de venganza realmente vale el precio que podría tener.
Este episodio marca un punto de no retorno para María, quien se enfrenta a una encrucijada crucial en su vida. La venta de las acciones de Julia representa más que una simple transacción económica; es una decisión que definirá su futuro, no solo en términos de poder y control dentro de la empresa, sino también en cuanto a su relación con Andrés y su lugar en la familia. La lucha interna de María entre la venganza y la necesidad de mantener su poder y su relevancia será un tema clave en los próximos episodios, y su decisión podría alterar por completo el curso de los acontecimientos en Sueños de libertad.
