En el episodio 601 de La Promesa, las tensiones en el Palacio alcanzan un punto crítico con una sorprendente jugada de Leocadia, que marca el inicio de un conflicto oscuro y silencioso que amenaza con destruir a la familia Luján desde dentro.
Leocadia aparece con una actitud aparentemente conciliadora hacia Eugenia. Con una sonrisa falsa y un tono amigable, intenta acercarse a ella, intentando aparentar que todo lo sucedido en el pasado se puede olvidar. Finge comprender los sufrimientos que Eugenia vivió durante su tormentoso matrimonio con Lorenzo, así como los traumas causados por la ausencia de Cruz. Sin embargo, esta falsa cordialidad es solo una máscara para esconder un plan mucho más siniestro.
El verdadero objetivo de Leocadia no es otro que deshacerse de Eugenia, ya sea enviándola de nuevo al sanatorio o, en su defecto, eliminándola definitivamente del palacio. Esta movida responde a la alianza secreta que ha formado con Lorenzo, basada en la idea de que Eugenia representa ahora una amenaza para sus planes. Pero Eugenia no es ingenua: detecta la falsedad detrás de esa supuesta amabilidad y recuerda las advertencias que Cruz le hizo sobre Leocadia, identificándola como una persona poco confiable. Por primera vez, Eugenia no se calla, y le dice abiertamente a Leocadia lo que piensa, dejando a esta última en una posición vulnerable.
Este enfrentamiento inicial no es solo un choque entre dos mujeres; es el preludio de una guerra declarada. Leocadia comprende que Eugenia ya no es un fantasma del pasado ni una figura débil a la que manipular, sino el mayor obstáculo para consolidar la nueva “orden” que ella y Lorenzo intentan imponer. La era de las sonrisas falsas y los discursos amables ha terminado: lo que se avecina es una guerra fría, oscura y cruel, que pronto se convertirá en uno de los conflictos más intensos de toda la serie.
La llegada de Lisandro al palacio no es casual. Es parte esencial del plan que Leocadia ha estado tramando desde hace tiempo para tomar el control absoluto del lugar. Sabe que para desacreditar a la familia Luján y llenar el vacío dejado por Cruz, necesita un aliado poderoso dentro de la propia familia real. Ese aliado es Lisandro. Para ganarse su favor, Leocadia utiliza todas sus armas: su encanto, su apariencia y toda su feminidad, consciente de que mantener a Lisandro cerca solo fortalecerá su juego maquiavélico contra los Luján.
Lisandro, por su parte, disfruta de esta atención y no duda en aceptar quedarse más tiempo en el palacio para consolidar su control y su alianza con Leocadia. Juntos, apuntan a destruir a la familia Luján en todos los frentes: socialmente y económicamente. Mientras Leocadia aumenta su influencia sobre Alonso y Catalina, Lisandro se convierte en una especie de inspector implacable, usando sus antiguas conexiones con la realeza para cuestionar y socavar a la familia desde adentro. Para los Luján, esto se siente como un cerco silencioso que avanza con sigilo, y del que aún no saben cómo defenderse.
Mientras tanto, otro personaje, Curro, también llega a un punto de quiebre. Tras investigar discretamente la muerte de Jana, Curro está convencido de que la tentativa de homicidio que sufrió durante el picnic no fue un accidente. Él está casi seguro de que alguien cortó intencionalmente las cintas de la silla de montar para causar el accidente. Todas las pistas apuntan a Jacobo. Curro piensa que si Jacobo estuvo detrás del ataque contra él, también podría ser pieza clave en el misterio que rodea la muerte de Jana. Esta idea se vuelve para Curro un objetivo firme: atrapar a Jacobo en falta o descubrir alguna conexión con el asesinato, para así acercarse a la verdad.
Pero para lograrlo, Curro debe actuar con extrema cautela. No está enfrentando solo conspiradores palaciegos: está lidiando con mentes oscuras, capaces de llegar hasta la muerte para proteger sus secretos. En paralelo, la relación entre Samuel y María Fernández se ve empañada por la aparición de una misteriosa carta cuyo contenido es desconocido, pero que cambia por completo la dinámica entre ambos.
Samuel parece más reservado y tenso que nunca, negándose a compartir los detalles de la carta con María, lo que mina la confianza que hasta entonces existía entre ellos. María siente que su seguridad emocional se ve amenazada por este secreto y que la distancia entre ellos se agranda. Samuel, por su parte, se debate internamente entre el peso de la verdad oculta y la presión moral que siente. Este ambiente tenso y silencioso crea una brecha difícil de superar, con ambos reprimiendo sentimientos y cuidando sus palabras.
En contraste, en el mundo de los sirvientes del palacio, la relación entre Emília y Rômulo comienza a evolucionar. Las heridas del pasado y años de silencios van cediendo paso a una aceptación mutua. Emília ya no responde con dureza a la habitual rigidez de Rômulo, y él empieza a reconocer el valor que ella aporta a La Promesa. Ambos deciden levantar una bandera blanca, intentando crear un ambiente más pacífico tanto para ellos como para quienes los rodean. Este cambio trae un respiro necesario y un equilibrio poco común en medio del caos que envuelve el palacio.
Sin embargo, la pregunta que queda en el aire es cuánto durará esta paz, o qué consecuencias tendrá la misteriosa carta entre Samuel y María. La calma actual es solo una pausa tensa antes de que los secretos ocultos comiencen a salir a la luz y provoquen nuevas tormentas.
En definitiva, este episodio 601 de La Promesa está cargado de intrigas, traiciones y alianzas oscuras. Leocadia se revela como una antagonista astuta y peligrosa, dispuesta a todo para lograr sus objetivos, incluso a traicionar a Alonso y conspirar con Lisandro para desmantelar la familia Luján desde dentro. Mientras tanto, los demás personajes están atrapados en sus propias luchas, enfrentando secretos y heridas que podrían cambiar para siempre el destino del palacio. La tensión está al máximo y los próximos episodios prometen un enfrentamiento cada vez más intenso y despiadado entre estas fuerzas en guerra.