La llegada de Kaya y su madre Nuket desde Londres a la mansión Coran lo cambia todo en la familia. Halís, el patriarca de esta poderosa familia, ha tomado una decisión que sacude por completo el equilibrio familiar: ha invitado a su hija Nuket y a su nieto Kaya a volver al hogar tras años de ausencia. Esta decisión, más allá del simple reencuentro, busca reconfigurar el orden jerárquico y las lealtades internas, generando un terremoto emocional y político dentro de la familia.
Desde la primera cena, Halís impone una nueva distribución en la mesa: coloca a Nuket en el lugar de honor, desplazando a Ifakat, su fiel confidente de siempre. Y asigna a Kaya el asiento que solía pertenecer a Fuat, un miembro muy querido y fallecido de la familia. Este gesto simbólico no pasa desapercibido. Izakat se siente humillada al ser relegada a un rincón, y Ferit, nieto de Halís, explota de furia al ver que el lugar de su ser querido es ocupado por un desconocido.
Ferit no puede contenerse. En medio de la cena, se levanta enfurecido y se retira de la mesa, seguido por Seiran, su esposa, que trata sin éxito de calmarlo. En su habitación, Ferit acusa a Seiran de apoyar a los recién llegados y muestra no solo su dolor por la pérdida de Fuat, sino también su resentimiento por el favoritismo de su abuelo. Mientras tanto, Kaya intenta integrarse pero es objeto de miradas y comentarios velados por parte de otros miembros de la familia que lo ven como un intruso.
El ambiente se tensa aún más cuando Nuket confiesa en privado a Halís que está gravemente enferma y que no le queda mucho tiempo de vida. Le suplica que cuide de Kaya cuando ella falte. Halís, tocado por la revelación, promete hacerlo, aunque su expresión sigue siendo fría e impenetrable.
Por su parte, Kathm, suegro de Ferit, se entera de lo ocurrido y lo toma como una afrenta directa contra su yerno y su familia. Su enojo añade más leña al fuego. Mientras tanto, Orhan, otro hijo de Halís, opta por mantenerse al margen, cansado de los conflictos. Pero Izakat comienza a maquinar cómo recuperar su poder perdido.
Kaya, acostumbrado a una vida tranquila en Londres, se ve envuelto en un ambiente hostil y jerárquico que le resulta difícil de soportar. Aunque Nuket trata de tranquilizarlo, el joven no logra encajar. La mansión, marcada por secretos y juegos de poder, se convierte en un campo de batalla emocional.
Kathm decide visitar la mansión y llama a Halís para avisarle. Este, visiblemente incómodo, no puede negarse sin empeorar la situación. Nuket, al ver la reacción de su padre, insiste en conocer personalmente a Kathm, no como un gesto de cortesía, sino para dejarle claro que protegerá a su hijo a toda costa. Halís intenta persuadirla de que evite ese encuentro, temiendo un conflicto mayor, pero Nuket está decidida.
Seiran, al enterarse de la visita de su padre, se muestra profundamente preocupada. Conoce el temperamento de Kathm y teme que su presencia complique aún más el panorama. Ferit, sin embargo, ve en Kathm una oportunidad para desafiar el poder de Halís. Considera que su suegro podría ser la pieza clave para romper el dominio de su abuelo. Cree que ni Orhan ni Fakrat han tenido el valor de enfrentarse al patriarca como es debido.
La situación continúa escalando. Nuket, recién llegada, comienza a intervenir en las decisiones domésticas. El primer lugar donde marca su territorio es la cocina, que había sido territorio indiscutible de Ifakat y su aliada Saltan. Nuket impone una nueva lógica: comidas más simples y saludables. Esta medida, aunque bien intencionada, provoca resistencia. Saltan, molesta por la pérdida de control, va a quejarse con Ifakat, acusando a Nuket de haber transformado todo sin respeto por las tradiciones.
Ifakat, aunque furiosa, comprende que no puede actuar impulsivamente. Ha perdido la confianza de Halís y sabe que debe ser estratégica si quiere recuperar su poder.
Paralelamente, Ferit tiene una cita médica y acude al hospital acompañado de Seiran. Aunque intenta manejar el asunto solo, Seiran, preocupada, escucha tras la puerta. El médico le recomienda a Ferit una fisioterapeuta muy reconocida, la doctora Tali. Justo cuando Seiran espía la consulta, aparece Tali. Un malentendido entre ambas genera una escena tensa. Tali, incómoda, declara que no puede trabajar en un ambiente así. Ferit, desesperado, logra convencerla con sinceridad para que lo trate finalmente.
La tensión alcanza su clímax durante una cena en la que Kathm ya está presente. Kaya, envalentonado o provocador, lanza un comentario hiriente a Ferit llamándolo cobarde. Pero lo que realmente desata la tormenta es que este comentario revela una conversación privada que Seiran había tenido con Kaya. Ferit, sintiéndose traicionado, acusa a su esposa y, fuera de sí, le da una bofetada a Kaya delante de todos.
El golpe deja a todos helados. Pero lo más impactante es la reacción inmediata de Halís, que también abofetea a Ferit para imponer autoridad. Grita que basta, intentando restaurar el orden. Ferit, en lugar de achicarse, se planta frente a su abuelo. Con voz firme y mirada desafiante, le dice: “Ya no me controlarás. No seguiré viviendo bajo tus reglas”.
Esa declaración marca un punto de no retorno. El silencio se apodera del comedor. Ferit ha desafiado abiertamente la figura que durante años ha dictado el curso de la familia Coran. Y lo ha hecho delante de todos. Finalmente, Ferit toma la decisión más valiente —y la más arriesgada— de su vida: abandonar la mansión y empezar un nuevo camino, lejos del dominio de su abuelo, decidido a construir una nueva vida por sí mismo.