En el capítulo más reciente de Sueños de libertad, Begoña se enfrenta al límite de su paciencia tras semanas de soportar las manipulaciones de María. Harta de medias verdades, de mentiras elaboradas y del papel de víctima que ha adoptado su rival, decide iniciar su propia investigación. Lo que descubre cambia por completo la versión que María ha sostenido hasta ahora sobre su supuesto intento de suicidio. Este capítulo plantea una pregunta inquietante: ¿está María realmente rota por dentro o todo ha sido parte de una estrategia para retener a Andrés a su lado?

Todo comienza cuando Raúl intenta visitar a María en su habitación aprovechando que ni Don Pedro ni Andrés están en casa. Sin embargo, Manuela lo intercepta y le impide el paso, alegando que la doctora ya la ha visto y ha recetado descanso absoluto. Es entonces cuando entra en escena Begoña, quien, tras una breve conversación sobre la alimentación y la medicación de María, les detiene para hacerles una pregunta clave: ¿cómo fue exactamente que encontraron a María tras el incidente?

Lo que parecía una conversación inocente se transforma rápidamente en un interrogatorio sutil. Raúl y Manuela relatan cómo encontraron a María inconsciente, con cortes en las muñecas y las sábanas empapadas en sangre. Dicen que fue pura suerte haberla oído a tiempo: una lámpara que cayó al suelo alertó su atención mientras subían unas cajas al desván. La versión, sin embargo, tiene grietas. Begoña nota incongruencias, sobre todo en la cercanía con la que ambos estaban de la habitación de María y lo oportuno del momento exacto del accidente.

El testimonio, aunque aparentemente sincero, deja a Begoña con más dudas que certezas. La escena cambia al comedor, donde Marta y Pelayo están intentando cerrar un acuerdo con Alonso Cobeaga. Marta usa su inteligencia emocional para destacar el prestigio internacional de Perfumerías De la Reina, mientras Pelayo subraya la fidelidad de los productos y su calidad. Alonso, entre broma y broma, deja entrever cierto interés no solo comercial, sino personal hacia Pelayo. El tono ligero de la conversación contrasta con la tensión que se vive en la otra trama, pero también deja abierta una línea narrativa: ¿tiene Cobeaga intenciones ocultas?

De vuelta con Begoña, la tensión escala cuando finalmente entra al cuarto de María. Ella, al verla, se incomoda. Creía que era Manuela y le pide con desdén que se marche. Pero Begoña insiste: le lleva calmantes y algo de comida. María rechaza el gesto con dureza, sugiriendo que teme ser envenenada por ella. La conversación se torna áspera y brutalmente honesta. Begoña le recuerda que fue ella quien le donó sangre cuando sufrió un aborto, un acto que contradice toda la desconfianza que ahora le muestra.

La conversación evoluciona hacia una confrontación directa. Begoña revela que ha hablado con Raúl y Manuela, y que su versión del incidente le parece sospechosa. Le resulta demasiado conveniente que ambos estuvieran tan cerca en el momento justo para salvarla. Apunta incluso que el ruido de la lámpara pudo haber sido intencional, una maniobra para atraer atención justo después de hacerse los cortes. María se ofende y lanza acusaciones, llamando a Begoña “retorcida”. Pero lo cierto es que Begoña ha tocado un nervio expuesto.

Entonces, el diálogo alcanza su clímax: María lanza su veneno emocional, asegurando que Andrés se ha quedado con ella porque le debe algo, porque se siente culpable. Begoña, firme pero emocional, le responde que lo que María quiere de Andrés no se lo puede dar, ni aunque él hiciera sacrificios extremos. “Tú decides ser una infeliz”, le espeta Begoña antes de salir, dejándola sola y desarmada emocionalmente.

Este enfrentamiento no es solo un intercambio de insultos. Es la primera vez que alguien logra romper el muro emocional que María ha construido. La acusación de manipulación, sostenida por hechos y testigos, empieza a hacer mella. Y es que lo que parecía un desesperado intento de suicidio comienza a parecer un acto calculado, una puesta en escena para retener a Andrés mediante la culpa, el miedo y la compasión.

Al mismo tiempo, la estrategia de Marta y Pelayo para reforzar su alianza comercial con Cobeaga parece dar frutos, aunque no está claro si el empresario está más interesado en los productos… o en Pelayo. Marta, con astucia, detecta las intenciones ocultas, y deja entrever que, aunque se muestra profesional, no bajará la guardia. La tensión comercial se mezcla con la emocional, y todo apunta a que un movimiento en falso podría costarles una oportunidad clave.

El capítulo termina con múltiples interrogantes:

• ¿Logrará Begoña convencer a Andrés de que María lo manipula emocionalmente?
• ¿Fue realmente un intento de suicidio o una jugada maestra para no perderlo?
• ¿Podrá Marta mantener la alianza con Cobeaga sin que las intenciones personales del empresario arruinen el trato?
• ¿Está Pelayo en peligro de convertirse en una pieza más del juego?

Sueños de libertad continúa demostrando que, en su universo narrativo, nada es lo que parece y que cada gesto puede esconder una verdad más oscura. María queda retratada no solo como una mujer herida, sino como una estratega capaz de cualquier cosa por no perder lo poco que le queda de control. Y Begoña, decidida a descubrir la verdad, empieza a convertirse en la figura más peligrosa para ese frágil equilibrio.

Con este capítulo, la serie confirma que la verdadera batalla no se libra en los laboratorios ni en las juntas directivas, sino en los pasillos de la casa, en los silencios de los dormitorios, y en las miradas que cargan historias que aún no se han contado.