El capítulo 625 de La Promesa, correspondiente al viernes 27 de junio, marca un hito para los Luján y ofrece un cierre de semana cargado de emociones, revelaciones y tensiones por resolver. En el corazón de la historia, la gran fiesta en honor a Adriano y Catalina culmina con un momento histórico: el joven matrimonio es oficialmente nombrado Condes de Campos y Luján, un título que reconfigura el equilibrio de poder dentro del palacio… pero que también trae consigo nuevas responsabilidades y reacciones inesperadas.

Durante la velada, Adriano da un discurso que sorprende a todos los asistentes. Su elocuencia y compostura no solo logran satisfacer las exigencias de protocolo, sino que también logran impresionar a Lisandro, quien había sido especialmente crítico con él. El discurso parece incluso disimular algunos errores cometidos durante el evento, lo que deja al nuevo conde en una posición ventajosa de cara al futuro. Catalina, orgullosa y conmovida, observa cómo su esposo empieza a consolidarse como figura influyente, no solo por su linaje, sino por su templanza.

Pero mientras el ascenso de Adriano es celebrado, no todos en La Promesa viven la noche con alegría. Ángela, todavía dolida por el golpe que Lorenzo propinó al marqués, se enfrenta al inevitable reencuentro con él. No teme las consecuencias, pero su determinación está marcada por la rabia contenida. El enfrentamiento entre ambos promete dejar huella, y deja claro que en este lugar, cada acción tiene su eco.

Por otro lado, Enora, la misteriosa mujer que dejó perplejo a Manuel durante la fiesta, reaparece al día siguiente, esta vez en el hangar. Su visita no es casual: Toño descubre con asombro que ella es la interesada en comprar los motores de aviación que Manuel ha estado desarrollando. La revelación cambia la percepción de todos sobre sus intenciones. Sin embargo, la reacción de Manuel es muy diferente a la de Toño: lejos de desconfiar, el joven noble se muestra sereno y pensativo. Intuye que Enora puede significar mucho más que una simple inversora… tal vez un nuevo capítulo en su vida personal y profesional.

Mientras tanto, Rómulo, el veterano mayordomo, había decidido que esta fiesta sería su último acto de servicio antes de retirarse. Sin embargo, Don Alonso, movido por la gratitud y el afecto, le propone una despedida que va mucho más allá de lo protocolario: quiere que Rómulo y Emilia celebren su boda en La Promesa, y que ese sea su verdadero adiós. La idea conmueve no solo a la pareja, sino a todo el servicio, que se convierte en cómplice de esta despedida con sabor a celebración íntima y reparación histórica. Es el cierre de un ciclo que comenzó décadas atrás, cuando Rómulo sacrificó el amor por el deber, y que ahora encuentra una nueva oportunidad.

En paralelo, el joven Lope consigue un permiso especial para ausentarse del palacio. Su destino: la casa del duque de Carril, donde espera encontrar pistas importantes para aclarar situaciones turbias que aún rondan por La Promesa. Sin embargo, Curro y Pía temen que la excusa que ha utilizado para ingresar a la residencia no sea lo suficientemente convincente una vez dentro, lo que podría ponerlo en riesgo. La tensión es palpable: cualquier paso en falso puede arruinar una operación que ha requerido mucho esfuerzo.

El ambiente en el área de servicio también está cargado de fricciones. María Fernández sufre visiblemente las consecuencias del ritmo extenuante al que está sometida. Samuel, preocupado por ella, intenta hablar con Petra, la ama de llaves, y le pide que sea más comprensiva. Pero Petra, inflexible y con tono amenazante, responde con dureza: asegura haber visto a María besarse con una doncella, y amenaza con difundir el escándalo entre todo el personal si las cosas no se mantienen bajo control. El poder de Petra, basado en el temor y el chantaje, se convierte en una sombra amenazante dentro de las cocinas y pasillos del palacio.

Así se presenta el capítulo 625: una mezcla explosiva de celebraciones nobiliarias, enfrentamientos personales, misterios en desarrollo y decisiones que podrían cambiar el destino de varios personajes. Adriano y Catalina ascienden oficialmente al título de condes, consolidando su papel en la estructura de poder. Pero mientras ellos avanzan, otros como Rómulo, Ángela o Manuel enfrentan sus propias encrucijadas. La vida en La Promesa sigue demostrando que, más allá del lujo y las apariencias, son las emociones, los secretos y las lealtades las que determinan quién gana, quién pierde y quién encuentra un nuevo camino.

¿Será esta fiesta un verdadero punto de inflexión para todos? ¿Conseguirá Enora instalarse en la vida de Manuel como algo más que una socia? ¿Logrará Rómulo despedirse sin remordimientos? ¿Y qué consecuencias traerá el silencio —o el escándalo— que Petra guarda entre manos?

Este episodio deja muchas preguntas en el aire, y lo que parece una celebración elegante se convierte en el telón de fondo para tramas que apenas están comenzando. En La Promesa, cada fiesta es más que una reunión social: es una encrucijada de destinos.