En el episodio más reciente de Sueños de Libertad, Gabriel deja atrás cualquier atisbo de inocencia y se muestra como un personaje mucho más peligroso de lo que parecía. Su sonrisa encantadora, su actitud aparentemente inofensiva y su cercanía con Cristina no son más que parte de un meticuloso plan para conseguir lo que realmente quiere: acceso a los secretos más valiosos del laboratorio de Perfumerías De la Reina. Y lo consigue utilizando una de las estrategias más antiguas del mundo: la seducción disfrazada de interés romántico.

El engaño comienza

Todo se desencadena en el laboratorio, al final de la jornada. Luis se despide de Cristina, recordándole que cierre con llave, apague todo y que no se quede muy tarde. Cristina, como siempre, muestra responsabilidad, le sonríe y asiente. La jornada parece haber terminado… pero justo cuando se queda sola, Gabriel aparece por sorpresa.

Con su típica actitud desenfadada y seductora, entra fingiendo haber llegado por casualidad: “¡Qué suerte la mía, pensaba que ya habríais cerrado!”, dice con una sonrisa. Cristina, un poco sorprendida, le pregunta qué necesita. Gabriel saca unos papeles y menciona un contrato: el supuesto acuerdo con Cobeaga para su jefe. Le dice que ya han aceptado los plazos de entrega.

Cristina, algo confundida, le responde que Luis ya se fue hace poco. Gabriel actúa con naturalidad y le pide que guarde el documento hasta la mañana siguiente. Todo parece rutinario, pero ya está sembrando dudas sobre la estructura del laboratorio y sobre la rutina de los empleados.

De la charla al beso… y al robo

Gabriel empieza a cambiar de tema. Se interesa por Cristina, le pregunta si ha tenido mucho trabajo, se muestra empático, simpático. Cuando ella le dice que está agotada, él le propone tomar algo juntos en la cantina. Cristina, educada pero incómoda, rechaza la invitación alegando que solo quiere cenar algo rápido y descansar.

Gabriel no insiste. Parece respetar la decisión, pero sigue ahí. Mientras Cristina busca las llaves del laboratorio en su bolso para cerrar, él se ofrece a ayudar con unas cajas. En ese momento, se produce un momento de cercanía. Sus miradas se cruzan. Hay tensión. Y Gabriel la besa.

Pero ese beso no es espontáneo ni romántico. No es fruto de un impulso emocional, sino una estrategia perfectamente medida. Mientras besa a Cristina, aprovecha la distracción para meterle de nuevo las llaves del laboratorio en el fondo del bolso, donde ella no se dará cuenta. Él no las roba, ya las tenía. Solo se asegura de devolverlas sin levantar sospechas, después de haber hecho lo que necesitaba.

Cristina, confusa, reacciona con calma y le pide que se vaya. Gabriel se disculpa, finge arrepentimiento, y se marcha con cortesía. Cristina, aún desconcertada, sigue buscando las llaves y se sorprende al encontrarlas donde antes no estaban. Algo no cuadra. La intuición le dice que algo raro ha pasado, pero todavía no comprende que ha sido víctima de una manipulación.

Mientras tanto, en casa de los Reina…

La acción se traslada brevemente a la casa de los Reina, donde Begoña regresa acompañada de Marta tras una experiencia traumática: ha sido víctima de un intento de robo y agresión. Andrés baja las escaleras con el rostro lleno de preocupación al verla. Begoña, visiblemente agotada, intenta tranquilizarlo.

Marta explica que han estado en la Guardia Civil revisando fotos de delincuentes, pero sin resultados. Andrés quiere saber qué se llevaron, y Begoña responde que, por lo que Luz ha averiguado, robaron antibióticos y antiinflamatorios, probablemente para vender en el mercado negro. Cree que el ladrón se habría llevado más de no haberlo sorprendido.

El detalle que más le inquieta a Begoña es que no encontraba su bolso durante el ataque. Aunque parece algo menor, hay una sensación de que alguien manipuló sus pertenencias.

La conversación dolorosa entre Andrés y Begoña

Andrés quiere reconfortarla, se nota que todavía siente algo fuerte por ella. Pero Begoña, con un tono firme, marca distancia. Le dice que no le debe nada y que lo mejor para ambos es alejarse. Andrés le suplica, le dice que la quiere, que le cuesta vivir sin ella, pero Begoña, con lágrimas contenidas, responde con frialdad: “Tendremos que morir los dos”. Ella no quiere seguir arrastrándose emocionalmente por una relación que solo les causa dolor.

La tensión entre ambos es palpable. El amor no ha desaparecido, pero las circunstancias los han separado. Y en medio de ese sufrimiento, aparece María, rompiendo el clima emocional con su sarcasmo habitual. Habla de la contratación de la nueva enfermera, Olga, y lanza indirectas a Begoña sobre su relación con Andrés. María parece disfrutar saboteando emocionalmente a Begoña, y su actitud marca el cierre de esta escena familiar cargada de heridas abiertas.

El verdadero rostro de Gabriel

Mientras la casa Reina intenta calmarse tras una noche intensa, Gabriel vuelve a entrar en acción. Con las copias de las llaves que obtuvo al manipular a Cristina, regresa al laboratorio en plena noche. Se asegura de que nadie lo vea, abre la puerta principal con total seguridad, y entra.

No duda. Va directo hacia el estante donde se guarda el frasco más valioso: la fórmula secreta del perfume Cobeaga. Esta fragancia aún no ha salido al mercado y representa uno de los secretos más celosamente guardados de la empresa.

Gabriel abre el cajón con precisión, toma el frasco, lo guarda con cuidado en el bolsillo interior de su chaqueta, y sale sin dejar rastro. Antes de irse, mira una última vez el laboratorio, casi como si se despidiera de un lugar que ha traicionado. Luego, desaparece en la oscuridad.

¿Qué ocurrirá ahora?

El episodio termina con muchas incógnitas abiertas. Cristina aún no sabe que ha sido utilizada. ¿Se dará cuenta a tiempo? ¿Descubrirá que sus llaves estuvieron en manos de Gabriel? ¿Sospechará que algo falta en el laboratorio?

Por su parte, Begoña y Andrés se enfrentan a una ruptura emocional profunda, mientras María trata de consolidar su lugar junto a él, aprovechando cada debilidad de su rival. Y en el trasfondo de todo esto, Gabriel sigue ejecutando su plan para beneficiar a Brosart, la competencia, sin que nadie sospeche todavía su verdadera cara.

Este episodio demuestra que en Sueños de Libertad, nada es lo que parece. Las sonrisas esconden traiciones, los besos pueden ser armas, y hasta los gestos más tiernos pueden formar parte de un plan siniestro. ¿Podrá Cristina descubrir la verdad? ¿O caerá en una trampa más profunda? Lo sabremos en los próximos capítulos.

¿Quieres que continúe con el spoiler del episodio siguiente o desarrolle la trama entre Gabriel, Cristina y Brosart?