En el capítulo 358 de Sueños de Libertad, los espectadores serán testigos de un momento profundamente emotivo entre Marta y Fina, una escena cargada de nostalgia, complicidad y sentimientos no del todo confesados pero que flotan en el ambiente. Esta secuencia, que tiene lugar en la tienda, no solo muestra el vínculo cada vez más estrecho entre ambas mujeres, sino también sus anhelos, sus heridas y sus decisiones pasadas que aún resuenan en sus corazones.
Todo empieza cuando Marta entra en la tienda y encuentra a Fina sola, ensimismada observando unas fotografías que ella misma tomó de Teo. Fina estaba esperando terminar la jornada para poder disfrutar tranquilamente de las imágenes, y el ambiente se llena de una calma especial cuando Marta la interrumpe con una sonrisa cálida y un comentario afectuoso: “la autora contemplando su obra”, lo que arranca una sonrisa tímida de Fina. Desde ese instante, el tono entre ellas es íntimo, como si el mundo exterior se hubiera detenido solo para ellas.
Marta, curiosa, acepta la invitación de Fina para ver las fotos. Al revisarlas, queda fascinada por la manera en que Fina ha logrado capturar la esencia de Teo, destacando especialmente una sonrisa espontánea que, según Marta, refleja la inocencia y la felicidad propia de la infancia. Para ella, esas imágenes no son simples retratos, sino pequeños fragmentos de esperanza, de futuro, de aquello que cualquier madre desearía para su hijo.
La conversación entre ellas pronto toma un matiz más profundo. Marta, visiblemente emocionada, expresa un pensamiento que se había guardado durante mucho tiempo: ese futuro, esa inocencia, son cosas que ellas mismas estuvieron a punto de experimentar en carne propia. Marta habla con nostalgia de la maternidad, de esa posibilidad que casi rozaron con la yema de los dedos pero que, por distintas razones, nunca se concretó. Fina, que también lleva ese deseo en el alma, no puede evitar preguntarle si se arrepiente de no haber seguido ese camino.
Tras una breve pausa de reflexión, Marta confiesa que no se arrepiente. No porque no deseara ser madre, sino porque el momento y la forma en que se le presentó aquella oportunidad no eran las correctas. La sinceridad de sus palabras crea un puente emocional entre ellas, que Marta sella al tomar la mano de Fina en un gesto cargado de ternura, de respeto mutuo y de cariño profundo.
Fina, intrigada, le pregunta si ha compartido este pensamiento con Pelayo, su esposo, pero Marta revela que no, que él ha estado molesto con ella desde su regreso y que la evita. Además, Fina le cuenta que Pelayo la visitó para acusarla de haber influido en la decisión de Marta respecto a la maternidad, algo que Fina niega con firmeza. Aunque no reveló la conversación que Marta tuvo con Andrés, Fina admite que prefirió no involucrarse más para no complicar las cosas.
Marta le agradece sinceramente ese gesto de discreción. También confiesa que su padre ha estado presionándola con el tema de la maternidad, llegando incluso a recurrir a Pelayo a sus espaldas para convencerla. Ambas mujeres comparten ese cansancio que provoca el ser juzgadas por sus elecciones personales, especialmente en una sociedad donde la maternidad parece ser un mandato más que una opción.
La charla deriva entonces en el trabajo cotidiano: las ventas del día han sido un éxito, especialmente los productos “Anhelos de mujer” y “Dulces sueños de la reina”. Estos nombres resuenan irónicamente en el aire, como si evocaran esos sueños de maternidad que ambas mujeres han dejado atrás pero que de algún modo siempre están presentes.
Fina, con un poco de vergüenza, le pide perdón a Marta por haber terminado hablando nuevamente del tema, pero lo hace con cariño, sin culpabilidad. Marta, lejos de molestarse, la mira con comprensión. La escena se ilumina con la llegada de Gema, que irrumpe con alegría y dinamismo. Se sorprende de ver a Fina aún embelesada con las fotos y no duda en bromear con Marta sobre ello. Además, Gema sugiere que esas fotos son tan buenas que Fina debería plantearse una carrera más seria como fotógrafa, incluso bromea con cobrarle comisión si llegan nuevos encargos.
Marta respalda la idea con entusiasmo, dejando en claro que estaría encantada de que Fina encontrara una ocupación que la apasionara. Antes de irse, Gema no pierde la ocasión para mencionar la luna de miel cancelada de Marta, pero ella responde con serenidad, aceptando que no todos los planes salen como uno espera. Gema también lanza un comentario pícaro sobre el posible ascenso de Pelayo a gobernador civil, advirtiendo que si eso ocurre, el poco tiempo libre que tiene desaparecerá por completo.
Cuando Gema se marcha, dejando de nuevo a Marta y Fina solas, el silencio que las envuelve vuelve a ser tan elocuente como sus palabras. Hay entre ellas una conexión profunda, una especie de vínculo tácito que trasciende la amistad convencional. Se entienden sin necesidad de explicaciones largas, como si compartieran un espacio emocional solo suyo.
Para rematar el momento, Marta le lanza a Fina un cumplido que la deja visiblemente emocionada: “Tú de talento vas sobrada”. Estas palabras no solo son un reconocimiento sincero a las habilidades de Fina como fotógrafa, sino también un reflejo del cariño y la admiración que Marta siente por ella. Fina sonríe, algo sonrojada, tocada por ese gesto que, sin necesidad de grandes declaraciones, deja entrever la especial relación que ambas han construido.
La escena es un claro reflejo de la delicada danza emocional entre Marta y Fina: amistad, complicidad, comprensión, y tal vez sentimientos más profundos que ninguna de las dos se atreve aún a nombrar en voz alta. Mientras el entorno sigue cambiando, sus vidas personales enfrentan presiones y decisiones difíciles, pero el lazo que las une se fortalece en cada conversación, en cada gesto, en cada silencio compartido.
Así es como Sueños de Libertad sigue explorando no solo las grandes tramas de poder y traición, sino también los rincones más íntimos del corazón de sus personajes.