En el capítulo 355 de Sueños de Libertad, los conflictos se intensifican en todos los frentes, tanto en el ámbito personal como en el profesional, especialmente para Andrés, Begoña, Don Pedro y Digna. La historia comienza con una conversación tensa entre Begoña y Andrés en la casa de la familia Reina. Begoña, que se dispone a salir, es interceptada por Andrés, quien quiere aclarar la discusión que tuvieron antes. Sin embargo, Begoña está molesta y no está dispuesta a prolongar la conversación. Andrés insiste, ofreciéndose a llevarla en su camino a la fábrica, pero ella, claramente incómoda, rechaza la oferta y lo enfrenta por su actitud hacia Gabriel.
Begoña no puede creer que Andrés haya sido tan injusto con su primo y lo acusa de haber perdido el juicio por celos. Andrés defiende su postura diciendo que Gabriel solo utiliza a Julia como excusa para acercarse a ella, algo que Begoña considera una visión infantil y sin fundamentos. La discusión escala cuando Begoña le recuerda a Andrés que Gabriel solo ha mostrado cariño genuino hacia la niña y que además vive en la misma casa, por lo que es lógico que quiera integrarse bien con la familia. La tensión se intensifica cuando Begoña insinúa que la cercanía de Andrés con María le está afectando el criterio, acusación que no hace más que aumentar el malestar entre ambos.
Andrés intenta justificarse alegando que su dedicación al trabajo en la fábrica, especialmente con los problemas surgidos por la producción del nuevo perfume, le impide dedicar tiempo a Julia. Begoña, sin embargo, lo acusa de actuar como el “perro del hortelano”, que ni come ni deja comer, y le recrimina que esté dejando que los celos nublen su juicio. La conversación termina con Begoña profundamente decepcionada, reprochándole a Andrés que lo que más le duele es verlo maltratar a alguien solo por celos, algo que nunca esperó de él.
Mientras tanto, en el despacho de Don Pedro, se celebra una reunión urgente con Damián, Andrés y otros socios para tratar el fracaso en la adquisición del lirio necesario para el nuevo perfume. Don Pedro anuncia que no queda otra opción que cancelar la producción, lo que provoca la inmediata oposición de Damián, quien critica duramente la falta de visión de su interlocutor. La discusión se caldea hasta que aparece Gabriel, quien irrumpe en la sala pese a no estar invitado. Él trae una posible solución: ha contactado con un proveedor en Tenerife que tiene disponible un cargamento de lirio en el puerto de Algeciras, aunque con un sobrecoste del 50%.
Don Pedro considera la propuesta un disparate económico, pero Damián decide asumir el sobrecoste de su propio bolsillo, argumentando que el perfume es un homenaje al 25 aniversario de la banda de la Reina y que merece la pena el esfuerzo. Finalmente, pese al rechazo de Don Pedro, queda constancia de que Damián financiará el extra necesario para asegurar la producción.
Por otro lado, Andrés recibe de Begoña una información que lo indigna: el ladrón que asaltó el dispensario, Diosdado, había pedido ayuda previamente en la fábrica y Don Pedro se la negó rotundamente. Lleno de rabia, Andrés confronta directamente a Don Pedro por su falta de humanidad. Don Pedro, a la defensiva, justifica su decisión diciendo que no tenía ninguna obligación con un hombre que ni siquiera era empleado de la fábrica. Pero Andrés le recuerda que Sandra Dios, la hija del ladrón, sí fue trabajadora allí, y que Don Pedro debió al menos escuchar al hombre antes de rechazarlo de forma tan tajante.
La confrontación entre ambos es intensa. Don Pedro acusa a Andrés de adoptar un tono paternalista y arrogante, similar al de su padre. La discusión se agrava cuando Andrés también interpela a Digna, preguntándole si le parece bien el comportamiento de su marido. Don Pedro intenta proteger a su esposa, exigiendo a Andrés que no la incomode, pero Digna toma la palabra con firmeza.
Con una mezcla de ternura y autoridad, Digna le dice a Andrés que está cansada de los ataques continuos hacia su esposo. Reconoce que Don Pedro puede haber cometido un error, como todos, pero exige respeto hacia la persona que ella quiere. Le pide a Andrés que le devuelva el cariño y respeto que siempre le ha mostrado. Andrés, molesto, decide retirarse del lugar, mientras Don Pedro agradece a Digna por haberlo defendido.
Sin embargo, Digna, con la misma serenidad que antes, le aclara a Don Pedro que aunque lo ha defendido por lealtad, en esta ocasión está de acuerdo con su sobrino. Le recrimina que si hubiera escuchado al hombre desesperado que pedía ayuda, no le habría costado nada tenderle la mano. Esta afirmación deja a Don Pedro visiblemente incómodo, enfrentando la cruda realidad de que su falta de empatía ha tenido consecuencias que ahora pesan sobre su conciencia.
El capítulo muestra el deterioro progresivo de la imagen de Don Pedro tanto en el ámbito familiar como en el profesional. Mientras que Andrés se enfrenta a la frustración de un amor que se aleja y a la responsabilidad de mantener la fábrica a flote, Damián reafirma su carácter pragmático y decidido al asumir el costo extra del lirio para sacar adelante el perfume conmemorativo. Gabriel, por su parte, se consolida como una figura clave al lograr la conexión con el proveedor, demostrando que su papel en la empresa va más allá de lo jurídico.
La figura de Digna brilla en este episodio al posicionarse claramente desde la sensatez y la justicia. Aunque sigue siendo leal a Don Pedro, no duda en señalarle sus errores cuando se trata de humanidad y principios. Ella se convierte en la voz de la razón, recordándole a todos que, más allá de negocios y rivalidades, lo esencial es actuar con compasión.
Así, el capítulo 355 de Sueños de Libertad nos deja un sabor agridulce: las tensiones internas siguen creciendo, las decisiones empresariales son cada vez más arriesgadas y los vínculos afectivos están en constante prueba. El enfrentamiento entre Don Pedro y Andrés marca un punto de inflexión que amenaza con fracturar aún más los delicados equilibrios dentro de la familia y la fábrica.