El episodio 356 de Sueños de Libertad trae consigo un ambiente cargado de tensión, secretos y sospechas que poco a poco empiezan a desvelarse. Todo comienza en la tienda de la fábrica, donde Pelayo, lleno de rabia e impotencia, se presenta para confrontar a Fina tras la repentina decisión de Marta de cancelar el plan que tenían entre los tres. Fina, al verle llegar con cara de pocos amigos, enseguida intuye que va a por ella y le pregunta directamente por Marta. Pelayo le confirma que acaba de acompañarla a su despacho, pero que ha preferido ir a buscarla a ella porque sospecha que tiene mucho que ver en el cambio de actitud de Marta.

Pelayo, sin rodeos, la acusa de ser la responsable de que Marta haya cambiado de opinión respecto al embarazo que habían planeado tener en Londres. Fina, enérgica y molesta, le aclara que Marta únicamente ha decidido no seguir adelante con esa idea, algo que está en su pleno derecho, y que en ningún momento ella la ha persuadido. Pero Pelayo no está convencido: le reprocha que justo después de que Marta hablara con Fina aquella mañana, la decisión de tener un hijo juntos se vino abajo. Aunque Fina reconoce que tenía sus dudas, niega rotundamente haber influido en Marta, asegurando que esa era una decisión que solo le corresponde a ella.

La conversación sube de tono cuando Pelayo lamenta la oportunidad perdida de formar una familia juntos, una ilusión que para él era mucho más que una simple apariencia. Fina le responde con firmeza que no le tolerará que le grite y le deja claro que no es tan sencillo criar un hijo entre tres personas sin levantar sospechas. Pelayo insiste en que era una coartada perfecta y una ilusión compartida, pero Fina le arroja la dura realidad: ese hijo, de haberse gestado, habría tenido una madre y un padre: Marta y Pelayo. ¿Y ella? Solo habría sido la amiga de la familia o la niñera ocasional. Su lugar nunca habría sido el de madre, y eso la atormentaba.

La discusión se torna aún más amarga cuando Pelayo la acusa de haber metido esas ideas en la cabeza de Marta. Fina estalla y le jura que jamás lo ha hecho, que Marta llegó sola a esas conclusiones y que solo ella tiene el derecho de decidir sobre su cuerpo y su vida. Pelayo replica que esas decisiones también afectan su vida, que Marta está destruyendo sus planes y que, al final, tanto ella como Fina parecen disfrutar poniendo en peligro la alianza que formaron para protegerse.

Mientras tanto, en otra trama paralela, María regresa emocionada con Gabriel después de visitar al especialista. Aunque el médico no pudo dar un diagnóstico claro sobre su recuperación, el hecho de que haya empezado a recuperar sensibilidad en sus piernas la llena de esperanza. Gabriel, siempre más escéptico, intenta poner los pies en la tierra recordándole que el médico advirtió que la mejoría podría ser transitoria. Pero María se niega a perder la fe. Siente que está en el inicio de su recuperación definitiva y aunque no pudo mover el pie delante del doctor, asegura que en casa ya lo había logrado. Gabriel teme que se ilusione demasiado y vuelva a caer en la desesperación si no progresa como espera, pero María se mantiene firme: volverá a caminar.

De vuelta en la tienda, Pelayo sigue reprochándole a Fina que se estén burlando de él, sobre todo Marta, a quien acusa de estar obsesionada con Fina y siempre priorizarla antes que a él. Fina le recuerda que eso siempre estuvo claro, que Marta y ella tienen un vínculo que Pelayo nunca entenderá del todo. El enfado de Pelayo crece cuando afirma que al final el niño lo habrían criado entre las dos mujeres, a lo que Fina responde furiosa que no insista más, que de haberse dado, ese hijo habría sido solo de Pelayo y Marta. Ella no tenía lugar en esa ecuación y se habría sentido siempre desplazada.

Las tensiones no solo se quedan ahí. En la casa de los De la Reina, María comparte con Gabriel su determinación: está dispuesta a fingir que sigue postrada en la silla de ruedas si eso significa que Begoña no regrese a los brazos de Andrés. Para María, el objetivo es claro: junto a Gabriel enfrentará a Don Damián y a cualquiera que se interponga en su camino. Justo en ese momento, Begoña entra en la habitación para avisarle que Olga la espera para los ejercicios de rehabilitación, pero María prefiere seguir en su papel de inválida delante de todos.

Más tarde, Andrés visita a María en su habitación y la conversación se torna incómoda cuando él le pregunta por su paseo con Gabriel. María se muestra evasiva pero también pícara, insinuando que Andrés está celoso, algo que él niega. María, sin embargo, le lanza la sospecha de que en realidad su incomodidad no es por ella, sino por la cercanía que Begoña tiene con Gabriel. Andrés lo niega, pero su gesto le delata.

Andrés, receloso de Gabriel, empieza a investigar por su cuenta. Llama a la empresa de Canarias donde supuestamente Gabriel consiguió el lirio que necesitaba la fábrica, pero no parece del todo convencido. Luego va al invernadero a hablar con Luis, el responsable del laboratorio. Andrés le pregunta por Cristina y por el reciente fallo en la producción del perfume debido al error con la fórmula del lirio. Luis defiende a Cristina asegurando que fue un simple error humano al transcribir la fórmula y que no hay nada extraño detrás.

Sin embargo, Andrés insiste y le pregunta si ha visto algo sospechoso en el laboratorio. Luis, algo incómodo, confiesa que no, aunque menciona que en el laboratorio pasa mucha gente, incluido el propio Gabriel, quien fue sorprendido charlando con Cristina en más de una ocasión. Andrés se queda pensativo al saber que su primo también ha tenido acceso al laboratorio, algo que despierta aún más sus sospechas.

Finalmente, Luis intenta restar importancia al asunto asegurando que el laboratorio siempre se cierra con llave por las noches y que solo el personal autorizado tiene acceso. Además, recuerda que tras el escándalo con Gonzalo, se han vuelto muy estrictos con las contrataciones. Sin embargo, Andrés no se queda tranquilo. Sabe que en esa fábrica cualquiera podría estar escondiendo algo y que Gabriel, con su actitud ambigua y sus múltiples relaciones con todos, podría no ser tan inocente como aparenta.

El episodio 356 concluye con Andrés decidido a seguir tirando del hilo para descubrir la verdad detrás del error en la fórmula y la implicación que podría tener Gabriel en todo ello. La tensión aumenta, las traiciones están al acecho y cada movimiento puede ser determinante para el futuro de la fábrica y de todos los que forman parte de ella.