Prepárate para un giro inesperado que sacudirá los cimientos de La Promessa y cambiará para siempre la dinámica dentro de la majestuosa tenuta Ayala. En esta entrega, Cruz, con su inteligencia afilada y una determinación implacable, destapa una verdad que ha permanecido oculta durante años y que une destinos de una forma que nadie había imaginado.

Cruz, siempre estratega, no pierde tiempo tras recibir noticias cruciales: decide pasar a la siguiente fase de su plan con frialdad y sin titubeos. Ordena preparar una lujosa suite en el piso noble del palacio para Jana y exige que se organice una fiesta de despedida tan perfecta como meticulosa. Su intención es clara y cruel: distanciar a Jana cada vez más de lo que ella desprecia como “su verdadera familia”, esos compañeros de servicio que han sido su apoyo y refugio durante tanto tiempo. Cruz quiere aislarla, hacerla sentir como una extraña en un mundo que no le pertenece, convertir su nueva vida en una prisión dorada y solitaria.

Mientras tanto, en los pasillos y rincones de la tenuta, Petra no puede escapar a la sospecha que la consume día y noche: está convencida de que Marcelo está traicionando a Teresa. La mezcla de celos y desconfianza la hace tender trampas a Marcelo, asignándole tareas que lo acercan a las jóvenes camareras con la esperanza de pillarlo en una falta. La tensión sobre Marcelo es constante; él intenta mantener la calma, pero el ambiente cargado de sospecha amenaza con arruinar lo que ha construido con esfuerzo.

Este clima de desconfianza plantea una pregunta: ¿puede florecer el amor en un terreno tan envenenado? ¿Qué motiva realmente a Petra? ¿Es solo celos o algo más profundo y oscuro? Los seguidores de la serie no tardarán en discutirlo.

Por otro lado, Cruz está convencida de que los duques de Sfantes son los responsables de las habladurías sobre la infidelidad de Alonso con María Antonia. Para ella, estas no son simples calumnias, sino un acto de venganza por la muerte de su hija Gimena. La reputación de la familia Luyan está siendo atacada deliberadamente. Lorenzo, con su habitual sabiduría, intenta calmar a Cruz y advertirle que enfrentarse a los duques podría desencadenar una guerra abierta entre casas nobles, con consecuencias imprevisibles y peligrosas. Pero Cruz no es una mujer que se deje amedrentar fácilmente; está dispuesta a luchar sin cuartel para defender el honor familiar.

Paralelamente, Martina continúa descubriendo capas ocultas de engaños en La Promessa. Tras desvelar la verdad sobre el envenenamiento del conde Ayala, sabe que Petra es la clave para llegar a fondo. Recuerda el momento en que el conde eligió a Petra como su asistente personal y no duda en interrogarla directamente sobre aquel crimen vil. Petra, con la mirada baja y perturbada, reconoce saber mucho, pero pide prudencia y discreción, sugiriendo que hablen lejos de oídos indiscretos.

La calma se rompe cuando Ayala irrumpe en la habitación, furioso y acusando a Petra de conspirar contra él. Ella, sin amedrentarse, le lanza un desafío que solo enciende más su furia: promete que hará que él termine humillado y solo. El conde pierde el control y ataca a Petra, agarrándola por el cuello con la intención de hacerle daño, quizá hasta de matarla. Sin embargo, en el último momento, Martina llega justo a tiempo para detenerlo y lo sorprende en flagrante delito. Ayala, tomado por sorpresa, escapa con excusas torpes, dejando a Petra al borde del colapso, marcada física y emocionalmente por la agresión.

Para Martina, esta escena es un claro llamado a la acción: Petra debe contar toda la verdad. Al mismo tiempo, Martina enfrenta sus propios problemas, especialmente con Pelaio, a quien confronta con firmeza para exigirle una decisión definitiva sobre su matrimonio y la inminente revelación del embarazo de Catalina. Pelaio, sin embargo, reacciona con rabia, acusándola de entrometerse en asuntos que no le competen y exigiéndole que se mantenga al margen. Tras el altercado, Pelaio se desahoga con Catalina, recriminándole duramente haber revelado el secreto, lo que rompe la poca confianza que quedaba entre ellos.

Catalina no acepta las acusaciones en silencio: defiende a Martina y reta a Pelaio a dejar sus sospechas y asumir la responsabilidad que le corresponde. Pide claridad sobre su futuro juntos, si realmente quiere formar parte de su vida y la de su hijo. Peleado consigo mismo, Pelaio intenta marcharse, pero un impulso lo detiene: regresa, abraza a Catalina y, con lágrimas en la voz, le confiesa que la ama más de lo que puede expresar y que no imagina un futuro sin ella ni sin su bebé.

En paralelo, Petra siente crecer la inquietud con la llegada de Riccardo, el nuevo mayordomo que sustituye a Rómulo. Aunque parece eficiente, Petra intuye que guarda secretos oscuros. Observa sus movimientos con cautela, buscando indicios que revelen su verdadera naturaleza tras esa sonrisa perfecta.

El padre Samuel también ha llegado a La Promessa y, aunque se adapta bien, su presencia levanta sospechas. Pocos conocen el motivo real de su llegada, invitado por Cruz, quien parece manipularlo a su favor entregándole dinero y exigiéndole lealtad absoluta a cambio de poder y recompensas.

Martina se encuentra cada vez más atrapada en una red de mentiras y manipulaciones. Intenta ayudar a Ulia, convencida de que está bajo presión para casarse con Curro. Pero la actitud de Ulia la desconcierta: no muestra resistencia, sino una aceptación preocupante que sugiere complicidad en un plan mayor. Martina decide hablar con Curro para entender qué lo impulsa a aceptar un matrimonio tan precipitado. Él confiesa que también recibe presiones, incluso del capitán Lorenzo. Martina comprende entonces que Usequan está moviendo las piezas con astucia, usando a Ulia como un peón perfecto para sus objetivos.

Recuerda cómo Matilde llegó a La Promessa bajo una identidad falsa, siempre curiosa y atenta, lista para hacer preguntas. Nada fue casual. Ahora Usequan reaparece para imponer las bodas entre Ulia y Curro, un enlace estratégico para garantizar prestigio, riqueza y un futuro dorado para su familia, a costa de la felicidad de los involucrados.

Martina intenta abrir los ojos de Curro: casarse con Matilde no es una solución, sino una condena a perder su libertad. Un paso que podría ser irreversible.

Finalmente, llega el esperado momento en que Jana abandona la servidumbre para convertirse en la prometida oficial de Manuel. Aunque para muchos este sería un sueño hecho realidad, para Jana es un camino lleno de emociones encontradas. Llena de amor por Manuel pero con nostalgia por dejar atrás a sus compañeros, a quienes considera una segunda familia, Jana se despide especialmente de María Fernández, con quien comparte un vínculo inquebrantable.

Manuel, consciente del reto que implica este cambio para Jana, le pide a María que la apoye y la acompañe en esta nueva etapa, ayudándola a adaptarse a la nobleza y a un mundo que le es ajeno. Lo que ambos desconocen es que Cruz ha planeado todo para que la bienvenida a Jana sea fría y hostil, marcando el inicio de un camino lleno de frialdad, rechazo y dolor, una trampa que podría apagar incluso el amor más puro.

El tenso encuentro entre Martina y Petra se convierte en el punto crucial donde la verdad comienza a salir a la luz. Petra, vacilante pero decidida, confiesa las oscuras intrigas de Ayala, sus despiadadas ambiciones, y lo que lo mantiene prisionero: un secreto que sacude los cimientos de La Promessa. Revela, además, que tuvo una relación con el conde, fruto de la cual nació Feliciano, su hijo secreto.

Martina queda paralizada ante esta revelación: Ayala no solo es un enemigo declarado, sino un manipulador que ha movido hilos desde las sombras, engañando incluso a quienes estaban más cerca de él. Ahora, con esta verdad en mano, Martina y Petra comienzan a trazar un plan para derribar al conde definitivamente y vengar las injusticias sufridas.

Mientras el palacio observa con atención estos acontecimientos, en la zona de servicio se respira tristeza. Rómulo, tras una lucha constante para recuperar a Pia, ha decidido partir definitivamente. En su despedida, se deja llevar por la emoción, consciente del difícil adiós a una casa, una vida y a las personas que ha protegido como un padre y guía.

Con su partida, se abren incógnitas y desafíos para La Promessa: ¿qué sucederá ahora sin Rómulo? ¿Cómo afrontará Jana su nueva vida y responsabilidades? ¿Será efectivo el plan de Martina y Petra para desbaratar a Ayala?

Una tormenta de secretos, traiciones y emociones está por estallar en La Promessa, y nadie saldrá indemne.