El episodio 647 de La Promesa se presenta como uno de los más conmovedores e intensos hasta la fecha, centrado en la llegada de un misterioso cuadro que causará una tormenta emocional en el palacio. Esta pintura no es un simple objeto decorativo: es el retrato de Cruz Ezquerdo, la marquesa de Luján, y su sola presencia desatará un auténtico caos entre los personajes.
La pintura llega de forma sorpresiva, enviada al parecer por una fuente anónima o con propósitos ocultos, lo que enciende todas las alarmas. Desde el primer momento, las reacciones varían desde el desconcierto hasta el puro terror. Martina, al contemplarlo, sufre un desmayo repentino, reflejo de un trauma latente o una conexión emocional intensa con lo representado en la imagen.
En el ala del servicio, Candela percibe el mal augurio que representa el retrato. Con su sensibilidad innata, siente que el cuadro no solo trae recuerdos oscuros sino que marca un antes y un después en la energía del palacio. Manuel, profundamente afectado, vuelve a revivir la muerte de Jana, cuya pérdida sigue pesando como una losa. A pesar de los intentos de Toño y Enora por consolarlo, él se sumerge en sus pensamientos, como si la pintura hubiera reabierto una herida nunca cerrada.
Por su parte, Ángela se ve obligada a contenerse y controlar sus impulsos, sabiendo que cualquier paso en falso podría ponerla en peligro. Sin embargo, Curro, más resuelto, se convierte en un apoyo silencioso para ella, mientras en su interior crece la convicción de que deben actuar contra Lorenzo, a quien muchos siguen viendo como una figura amenazante.
Alonso, el marqués, al ver la figura de su esposa reflejada en el óleo, no puede evitar conmoverse. Pero lejos de quedarse en la melancolía, se lanza a investigar quién ha traído la pintura al palacio sin su consentimiento. Su instinto protector y su sentido de control se despiertan: hay algo en esa imagen que le hace temer por la estabilidad del hogar.
En paralelo, la joven Catalina busca consuelo en Simona, a quien considera como una madre. Confiesa sus dudas sobre Adriano, pues la relación entre ellos se ha ido enfriando. Simona, sabia como siempre, la escucha con atención y le ofrece palabras que podrían marcar un nuevo rumbo en sus decisiones personales.
La subtrama de María Fernández continúa cargada de incertidumbre. Sigue sin noticias de Samuel, el sacerdote desaparecido, y comienza a temer lo peor. En su desesperación, se apoya en Manuel, creyendo que él puede ser su última esperanza para averiguar qué ha pasado realmente con el religioso.
Mientras tanto, en el comedor del servicio, Cristóbal impone su voluntad una vez más. Decide cambiar los turnos de comida sin consultar a nadie, provocando incomodidad y resentimiento entre los trabajadores. Aunque muchos están molestos, pocos se atreven a desafiarlo directamente, pues su poder ha crecido peligrosamente.
La tensión se intensifica cuando Martina confronta de nuevo a Catalina, esta vez por las condiciones laborales de los jornaleros. El tiempo se agota y deben tomar decisiones urgentes, pero la falta de consenso hace que los conflictos resurjan. A pesar de los intentos de mantener la paz, las diferencias ideológicas y personales entre ambas estallan una vez más.
Como telón de fondo, Ballesteros, el nuevo mayordomo jefe, se impone con mano firme. Dicta una norma estricta: nadie debe tocar el cuadro de Cruz, ni siquiera para limpiarlo. Esta orden inflexible subraya su intento de controlar la narrativa dentro del palacio, pero también despierta sospechas: ¿Qué teme que descubran?
La historia da un nuevo giro cuando Curro decide contarle a Ángela algo que podría cambiarlo todo: Cruz podría ser inocente, y el verdadero asesino de Jana aún se encuentra entre los muros de La Promesa. Esta revelación sacude a Ángela, que hasta ahora había creído en la versión oficial. El palacio, que ya de por sí estaba cargado de secretos, se convierte en un campo minado de verdades ocultas y traiciones pendientes.
El episodio termina con la tensión al máximo. La figura de Cruz, inmortalizada en el retrato, no solo revive memorias, sino que también representa un símbolo de justicia aún no resuelta. ¿Podrá salir la verdad a la luz? ¿Quién se beneficiará y quién caerá en desgracia?
Este capítulo promete no solo remover el pasado de los personajes, sino poner en riesgo los lazos que los mantienen unidos. Los silencios pesarán más que las palabras y la imagen de Cruz permanecerá como un espectro que observa… y exige justicia.