El capítulo 383 de Sueños de Libertad se convierte en uno de los más intensos y reveladores en torno a Marta y Fina, con Pelayo en el centro de una red de mentiras que amenaza con romperlo todo. Lo que parecía una estrategia para protegerlas comienza a convertirse en una trampa que puede arruinar sus vidas.
El peso de la culpa y la desaparición de Fina
La tensión inicial se palpa en Marta, que no consigue quitarse de encima la sensación de que cometió un error grave al seguir los consejos de Pelayo. Entre lágrimas y rabia, admite que quizás lo correcto hubiera sido entregarse a la Guardia Civil desde el primer momento y confesar lo sucedido con Santiago. Según su razonamiento, si se hubiera demostrado que actuaron en defensa propia, todo se habría aclarado y la pesadilla habría terminado.
Sin embargo, Pelayo insiste en que hacerlo habría desatado un escándalo público, reavivando rumores que habrían destruido sus reputaciones. La discusión revela lo quebrada que está Marta: su angustia por la desaparición de Fina se suma a la carga de saber que el cadáver de Santiago yace oculto en la casa de Pelayo, una amenaza constante que podría arrastrarlos a todos a la ruina si la verdad sale a la luz.
El detective y la Guardia Civil: un peligro creciente
Marta estalla al enterarse de que el detective que Pelayo contrató tras la desaparición de Fina no ha dado señales de vida. Sospecha que está perdiendo un tiempo vital y teme que las pistas se enfríen. Para empeorar la situación, el sargento que las interrogó en su momento ha reaparecido en la tienda, haciendo preguntas tanto sobre Santiago como sobre Fina.
La Guardia Civil comienza a atar cabos peligrosos: saben que Fina fue amenazada por Santiago y que después desapareció misteriosamente. Marta se convence de que, si siguen investigando, tarde o temprano hallarán el cuerpo y entonces todo apuntará directamente hacia ellas. Entre sollozos, repite que nunca debió hacer caso a Pelayo, que todo habría sido distinto si hubiese actuado con transparencia.
El dolor de Marta y el silencio de Fina
Más allá del miedo judicial, el verdadero tormento de Marta es personal. No entiende por qué Fina no la ha llamado ni le ha dado una mínima señal de que está bien. Ambas habían planeado una vida juntas, lejos de los problemas, con sueños compartidos que ahora se desmoronan. Para Marta, el silencio de Fina carece de sentido; no logra comprender cómo alguien que la amaba podía marcharse sin una palabra.
Pelayo intenta calmarla diciendo que Fina probablemente teme que, si habla con Marta, esta insista en que vuelva, algo que la joven no desea. Según él, Fina necesita cortar con todo y empezar de nuevo, aunque ello signifique dejar atrás a Marta. Pero las palabras del político no logran consolarla: su corazón se rompe con cada minuto de ausencia.
La reunión con Miguel Ángel Vaca
En medio de este torbellino, surge otro frente. Pelayo revela que se verá con Miguel Ángel Vaca, un hombre influyente que podría convertirse en un aliado clave para manejar la crisis. Le pide a Marta que lo acompañe, convencido de que su presencia será de gran ayuda.
Marta, nerviosa y emocionalmente devastada, rechaza la idea. Dice que no está para reuniones sociales, que no tiene fuerzas. Pero Pelayo insiste, casi suplicando, asegurando que es lo único que le pide. Al final, Marta accede a regañadientes, aunque su incomodidad es evidente.
Cuando Miguel Ángel llega, el tono cambia. El político saluda afectuosamente a Pelayo y se sorprende gratamente al ver a Marta. Sin embargo, esta se muestra distante, consciente de que su mente está en otro lugar: en Fina, en su silencio, en su dolor. Pelayo, con excusas, se retira a una supuesta reunión, dejando a Marta y Miguel Ángel en un intercambio incómodo que subraya aún más su fragilidad emocional.
Carmen y Claudia: dudas y verdades a medias
Mientras tanto, en otra parte de la trama, Carmen y Claudia comparten una conversación íntima sobre la desaparición de Fina. Carmen está convencida de que algo malo le pasó y recuerda la reacción de un hombre cuando les dijeron que no tenían noticias de ella. Cree que temía que Santiago la hubiese encontrado. Claudia, sin embargo, se muestra más lógica: le recuerda que Fina se marchó justamente para alejarse de él.
Aun así, Carmen no consigue tranquilizarse. Insiste en que tal vez Fina no tuvo tiempo suficiente para escapar y que Santiago estaba más cerca de lo que imaginaban. Claudia niega con firmeza, pero incluso ella reconoce que hay algo extraño: Fina no se despidió de nadie, ni siquiera de doña Marta, a quien tanto quería. Eso es lo que más duele y lo que despierta sospechas en ambas.
La gran pregunta surge inevitable: si Fina está a salvo, ¿por qué no ha escrito? Carmen lo considera incomprensible y Claudia admite que también lo encuentra raro, especialmente porque al menos podría haber enviado un mensaje a Marta.
Marta mintió: el secreto de París
Claudia termina preguntando si Carmen habló con Marta sobre el asunto. Ella vacila, incómoda, hasta que finalmente revela la verdad: Marta mintió sobre el paradero de Fina. Lo de París fue solo una historia inventada para tranquilizarlas. En realidad, Marta le confesó que no sabe dónde está Fina y que todo era una farsa para evitar preocupaciones.
Además, Carmen cuenta que Marta aseguró haber recibido una nota de despedida, aunque vaga, sin dirección ni destino. Esa carta, lejos de aportar calma, deja aún más preguntas en el aire. La mentira de Marta abre un nuevo frente de desconfianza: ¿qué más está ocultando? ¿Por qué inventar una versión en lugar de admitir desde el principio que estaba tan perdida como las demás?
La angustia colectiva
El capítulo refleja con crudeza el caldo de cultivo de miedo, incertidumbre y tristeza que rodea a la desaparición de Fina. Marta se consume entre la culpa y el desgarro de haberla perdido, Pelayo maniobra entre sombras intentando protegerse a sí mismo, y Carmen y Claudia se debaten entre la lógica y la intuición de que algo muy malo ha ocurrido.
Cada personaje encarna una emoción distinta: Marta la desesperación de un amor roto, Carmen el miedo visceral de que lo peor ya haya pasado, Claudia la incredulidad y la necesidad de encontrar razones, y Pelayo el cálculo frío de quien intenta mantener todo bajo control aunque sea a costa de mentiras.
Conclusión: Marta y Fina, un vínculo roto por la mentira
El episodio 383 de Sueños de Libertad deja claro que la desaparición de Fina es mucho más que un misterio: es el eje que expone las fragilidades y contradicciones de todos los personajes. Marta siente que traicionó a su amor al confiar en Pelayo; Fina, ausente, se convierte en un fantasma que condiciona cada decisión; Carmen y Claudia viven atrapadas entre la esperanza y el miedo.
Y en medio de todo, Pelayo, con su red de engaños, mantiene a Marta en la oscuridad mientras manipula la situación a su conveniencia. La mentira sobre París, el silencio del detective y la amenaza de que la Guardia Civil descubra el cadáver de Santiago se convierten en piezas de un rompecabezas asfixiante.
El título del episodio, “No debía haceros caso, Pelayo”, resume el sentir de Marta: un lamento amargo que refleja cómo la confianza depositada en el hombre equivocado la llevó a perder lo que más amaba.