El episodio 374 de Sueños de libertad, que se emitirá este jueves 14 de agosto a las 15:45 horas en Antena 3, llega cargado de tensión, reproches y revelaciones que pondrán patas arriba las relaciones entre algunos de los personajes más importantes. La historia se centra en un enfrentamiento directo entre Digna y Don Pedro, un nuevo choque entre Digna y Damián, y la dura decisión que Irene tomará tras descubrir un oscuro episodio de su pasado.
La acción arranca en la casa de los Carpena, en una mañana en la que el ambiente ya está caldeado. Digna se encuentra en el comedor cuando Don Pedro entra y, con aparente cordialidad, la saluda con un “Buenos días, Digna”. Sin embargo, la respuesta de ella dista mucho de ser amistosa. Molesta, le pregunta con ironía cómo puede llamarle “buenos días” cuando ha dormido en la habitación de invitados. Don Pedro, intentando justificarse, le explica que llegó muy tarde la noche anterior y no quiso despertarla. Pero Digna, con la mirada fija en él, le deja claro que esa excusa no le convence: no habría interrumpido su sueño porque no había conciliado el descanso en toda la noche. Y, por su aspecto, cree que él tampoco.
La tensión aumenta cuando ella lanza una acusación directa: “¿Qué pasa, Pedro? ¿Se te remueve la mala conciencia?”. Él, sorprendido, no entiende a qué viene ese comentario. La respuesta es un golpe certero: su hermana Irene se ha marchado de casa. Aún más preocupado, Don Pedro pregunta adónde ha ido. “A un hotel”, responde Digna con frialdad, advirtiéndole que no finja desconocer los motivos. Exige que le explique de inmediato qué papel ha jugado en la marcha de Irene y también en la de José, el padre de Cristina.
Pedro trata de minimizar el asunto, asegurando que solo habló con Irene un momento y que ella estaba alterada, pero admite que le insinuó que él estaba detrás de que José no acudiera a la cita que tenía con ellas. Con gesto serio, Pedro lo niega rotundamente: “Eso no es verdad, Irene se equivoca. Yo no tuve nada que ver, como tampoco tuve nada que ver cuando ese hombre la abandonó estando embarazada”.
Digna, alarmada, le recrimina que eso es precisamente lo que Irene piensa que hizo: manipular para alejar a José de su vida. Pedro contraataca diciendo que todo es fruto de los “desvaríos” de Damián, quien, según él, aprovechó la ausencia de José para desacreditarlo, inventando que lo amenazó en el pasado para que abandonara a Irene cuando sus padres la repudiaron al quedarse embarazada. Según Pedro, esa mentira habría forzado a Irene a dar en adopción a su hija. “Yo siempre he hecho todo lo posible por protegerla”, asegura él con un tono herido.
Digna, incrédula, le pregunta si Damián tiene alguna prueba. Pedro responde molesto: “¿Qué pruebas quieres que tenga? Son invenciones suyas, como cuando dijo que mi mujer se quitó la vida por lo que yo sentía por ti. Siempre es lo mismo, Digna, estoy cansado”. La suplica es clara: quiere que ella localice a Irene, que la convenza para volver a casa y que vea que las mentiras de Damián carecen de fundamento. Digna acepta, pero con una determinación peligrosa: “De Damián me voy a encargar yo”.
Poco después, Digna llega al despacho de Damián. Él, sorprendido, le pregunta si sabe dónde está Irene, ya que no ha aparecido ni en casa ni en el trabajo desde el día anterior. Con gesto frío, Digna le responde que si Irene no le ha dicho dónde está, probablemente sea porque no quiere que lo sepa, insinuando que ella ya ha descubierto su verdadera cara.
La discusión sube de tono cuando Digna lo acusa de inventar que Pedro alejó a José antes de que Cristina naciera. Damián, sin retroceder, asegura que no son inventos, sino la verdad, y que Irene merecía saberlo. Según él, Pedro amenazó a José para que la abandonara, quizá por miedo a la vergüenza familiar o para mantener control sobre su hermana de por vida. Digna, enfurecida, lo llama mentiroso y defiende que Pedro sería incapaz de algo así. Damián, en cambio, insiste en que José no es un cobarde, sino un hombre que hizo un sacrificio por amor y que jamás rehízo su vida con otra mujer, prueba de que nunca dejó de querer a Irene ni de pensar en Cristina.
Incluso ofrece a Digna los datos que su detective obtuvo cuando lo encontró. Afirma que cuando habló con José, vio el miedo reflejado en su rostro ante la idea de enfrentarse a Pedro nuevamente. Digna, con desprecio, lo acusa de usar siempre “juegos sucios”, pero Damián insiste en que no son juegos, sino verdades que Irene necesitaba escuchar. Con dureza, sentencia: “Tú no conoces a Pedro. Irene estuvo engañada treinta años, y tal vez algún día tú también descubras quién es realmente… solo espero que no sea demasiado tarde”.
Mientras tanto, Irene finalmente aparece, pero no en su casa ni en el trabajo, sino en el laboratorio, donde busca a Cristina. Con voz seria, le confiesa que se ha marchado de casa de su hermano y que también va a dejar el trabajo. Cristina, incrédula, le pregunta qué ha pasado. La respuesta de Irene es tajante: está cansada de que otros decidan por ella.
Cristina intenta retenerla, asegurándole que forma parte de su vida y que no quiere perderla otra vez. Irene, emocionada al escuchar por primera vez que Cristina la llama “madre”, le revela el motivo de su decisión: ahora sabe que José la abandonó porque Pedro lo amenazó, y teme que haya repetido la jugada recientemente. Cristina se niega a creerlo, pero Irene insiste, asegurando que se lo ha confirmado alguien que lo sabe con certeza. “No puedo seguir viviendo con él ni trabajando aquí. Necesito rehacer mi vida, aunque no sé si ya es demasiado tarde”, confiesa con tristeza.
Cristina, preocupada, le pregunta si tiene dónde quedarse. Irene responde que alquilará un piso, minimizando la dificultad. Cuando Cristina le pregunta si la persona que le contó todo es de fiar, Irene revela que fue Damián, a través de un detective, quien descubrió la verdad. Sin embargo, añade que nunca podrá perdonarlo por habérselo ocultado hasta ahora.
La conversación culmina con un momento emotivo: Cristina teme perder el contacto con ella, pero Irene le promete que no volverán a separarse, que ambas han llegado a la vida de la otra para quedarse.
En este capítulo, las líneas entre la verdad y la mentira se difuminan peligrosamente. Pedro asegura ser inocente, pero las acusaciones de Damián, respaldadas por supuestas pruebas, logran sembrar la duda en Irene y quizá, poco a poco, también en otros. La decisión de Irene de marcharse amenaza con romper definitivamente los lazos familiares, y el enfrentamiento entre Digna y Damián está lejos de resolverse. Todo apunta a que en Sueños de libertad la batalla por la verdad apenas comienza… y nadie saldrá ileso.