En el elegante pero sombrío palacio de La Promesa, donde la aristocracia y el servicio conviven bajo reglas estrictas y secretos profundos, se esconde una cadena de crímenes que aún siguen impunes. Son actos cometidos con frialdad, cubiertos con mentiras, disfrazados de accidentes o celos, y protegidos por el miedo, el silencio y el poder. Hoy, desentrañamos cuatro muertes que marcaron profundamente el pasado de los personajes y cuyas consecuencias amenazan con explotar en el presente.
1. Tomás de Luján: una noche de bodas con final sangriento
Todo comenzó con Tomás, el hijo mayor del marqués y heredero legítimo, quien fue asesinado brutalmente la misma noche de su boda. Su cuerpo fue hallado en el invernadero, con una herida mortal provocada por un abrecartas. ¿La asesina? Nada menos que Cruz Izquierdo, su propia madrastra. El detonante fue una discusión tensa sobre secretos familiares, incluyendo el romance pasado del marqués con Dolores, una doncella, y la verdadera identidad de Curro.
Cruz, al verse acorralada, reaccionó violentamente y acabó con la vida de Tomás. Su cómplice silenciosa fue Petra, quien la ayudó a trasladar el cadáver al invernadero, manipulando la escena del crimen. Para encubrir la verdad, usaron a una inocente como chivo expiatorio: Lola Montero, la doncella enamorada de Tomás. Ella fue acusada falsamente, encarcelada y, en prisión, se quitó la vida.
El caso fue cerrado oficialmente con Lola como la culpable… pero la verdad sigue enterrada. Sin embargo, el cambio de actitud reciente en Petra podría ser clave. Si ella decide hablar, Cruz se enfrenta a su caída definitiva. Porque si ese crimen sale a la luz, no habrá título ni poder que la salve del castigo.
2. Feliciano Arcos: una muerte bajo fuego cruzado
Feliciano llegó al palacio como un simple trabajador, presentado como el hermano de Petra. Pero pronto se reveló la verdad: era su hijo, fruto de una relación secreta de juventud con Ignacio de Ayala, el conde. Criado lejos y en silencio, Feliciano era un joven puro, leal y noble, que empezó a ganarse el afecto de todos… incluso el amor de Teresa Villamil.
Pero en una cacería organizada en secreto para eliminar a Curro, la marquesa Cruz y Lorenzo de la Mata cometieron un error fatal: el disparo que debía matar a Curro terminó con la vida de Feliciano. Una tragedia camuflada como accidente de caza.
Para Petra, esta pérdida fue devastadora. Cruz intentó encubrirlo con flores, entierro digno y una esquela en el periódico. Pero fue su error. El conde de Ayala la leyó, y apareció en La Promesa con una excusa diplomática. En realidad, venía a despedirse de su hijo… y a exigir justicia.
Desde ese momento, Petra y el conde comparten un deseo silencioso de venganza. Pero mientras él se dejó distraer por Margarita Yopis, Petra no ha olvidado. Este crimen permanece sin castigo, pero la llave de la verdad sigue en manos de Petra. Solo es cuestión de tiempo…
3. El varón Juan Izquierdo: muerte en defensa propia
El tercero de estos oscuros episodios gira en torno al varón Juan Izquierdo, un hombre de título… y abusador. Primero abusó de Pía Adarre, dejándola embarazada, y luego quiso repetir su violencia con Teresa Villamil. Pero esta vez no salió impune.
Cuando intentó agredir nuevamente a Pía, ella reaccionó con fuerza y desesperación. Lo golpeó con una figura decorativa en la cabeza y lo mató. Fue un acto de legítima defensa… pero también fue un crimen que debió ser ocultado para protegerla.
Con la ayuda de Jana Expósito, fingieron que la muerte fue producto de un accidente automovilístico. Colocaron el cuerpo en el coche del varón y lo lanzaron por un acantilado. El caso fue cerrado, el varón enterrado… y el secreto silenciado.
A diferencia de los otros crímenes, este se siente más humano, más comprensible. Fue un acto desesperado de una mujer que quiso protegerse. Pero si sale a la luz, Pía podría perderlo todo. Y por eso, muchos creen que este secreto… debería permanecer oculto para siempre.
4. Jana Expósito: el veneno más lento
El cuarto crimen es el más reciente… y el más inquietante. Tras sobrevivir a un disparo meses atrás, Jana Expósito comenzó a mejorar, hasta que algo invisible comenzó a deteriorarla. Fue envenenada lentamente, sin posibilidad de defenderse.
Las sospechas apuntan a un nombre: Lorenzo de la Mata. Aunque no hay pruebas concluyentes, Curro, el hermano de Jana, y Ángela, la joven estudiante de derecho que ahora está a su lado, han estado investigando. En una joyería encontraron documentos y nombres que conducen directamente al capitán, también apodado el Capitán Garrapata.
Hoy, Lorenzo está bajo sospecha, pero sin pruebas definitivas, el crimen sigue impune. Irónicamente, la única persona pagando por ese crimen es Cruz, quien está en prisión. En un giro complejo, Curro se siente culpable: su silencio permitió que una inocente (en este caso, por este crimen) fuera encarcelada.
Pero los espectadores sabemos la verdad. Aunque Cruz no envenenó a Jana, sí mató a Tomás. Así que, de alguna manera, está pagando por un crimen… aunque no el correcto.
¿Y ahora qué?
Estos cuatro crímenes definen lo que La Promesa ha sido y puede llegar a ser: un palacio de secretos, de silencios pactados, de justicia postergada. Petra, Curro, Ángela, Pía… todos conocen parte de la verdad. Todos son piezas de un rompecabezas que, una vez armado, puede destruir para siempre a la marquesa Cruz Izquierdo y a Lorenzo de la Mata.
¿Saldrán estos crímenes a la luz? ¿Se hará justicia? ¿O seguirá La Promesa siendo un lugar donde los culpables se protegen con títulos, poder y mentiras?
La respuesta se acerca. Los hilos comienzan a desatarse. Y la justicia, aunque lenta, está al acecho.