Los nuevos episodios de Sueños de libertad, en especial el del martes, nos sumergen en una atmósfera cargada de tensión, sospechas y giros emocionales inesperados. Uno de los puntos más destacados de esta semana es el cambio radical en la percepción de Pelayo, quien empieza a ver a Gabriel no como un familiar encantador, sino como una amenaza latente: un topo que podría estar actuando con intereses ocultos en la familia De la Reina. Esta sospecha será el inicio de un conflicto silencioso, pero que promete escalar rápidamente.
La actitud de Gabriel, que ha logrado conquistar a la mayoría de los miembros del clan familiar, comienza a levantar las alarmas en Pelayo. A diferencia del resto, que se ha dejado encandilar por su simpatía y buenos modales, Pelayo observa con detenimiento sus movimientos, sus preguntas, su aparente interés por los negocios familiares… y empieza a construir una teoría: Gabriel no ha venido solo a estrechar lazos, sino a infiltrarse y conseguir algo para sí mismo. La pregunta es, ¿quién lo ha enviado o a quién responde realmente?
Mientras tanto, otro foco de tensión se disipa momentáneamente con una inesperada actitud de Raúl. Después del duro enfrentamiento con Andrés y una reveladora conversación con María, Raúl da un giro inesperado. Se presenta ante Andrés con humildad, reconoce sus errores y, en un gesto sorprendente, le comunica que ha decidido dejar su trabajo como chófer. Esta decisión deja descolocados a todos, pero también da a entender que Raúl está dispuesto a apartarse para evitar más conflictos… al menos por ahora.
Manuela, que ha observado con atención todo lo ocurrido, intenta interceder en favor de Raúl. Pero Andrés no está dispuesto a pasar por alto lo que ha intuido desde hace tiempo. Lanza una pregunta directa, sin rodeos: ¿Qué hay realmente entre Raúl y María? Lo que hasta entonces eran solo sospechas comienza a tomar forma. El vínculo entre ambos es evidente, al menos para él. Aunque nadie lo dice abiertamente, la tensión emocional entre el chófer y la paciente se ha vuelto insostenible.
En otro frente, Chema, el hermano de Carmen, sigue generando reacciones encontradas con su regreso. Esta vez, decide sincerarse con su hermana y le confiesa que ha regresado a Toledo no solo por nostalgia, sino buscando una nueva oportunidad laboral. Su objetivo es tan ambicioso como difícil: vender diez enciclopedias en una semana. Carmen, fiel a su papel de hermana mayor protectora, lo acoge sin reparos, confiando en su buena voluntad.
No obstante, Tasio no comparte el mismo entusiasmo. Desde el primer momento ha intuido que Chema no es precisamente alguien de fiar. Lo ve como un tipo despreocupado, con un punto caradura, que ha llegado dispuesto a acomodarse en casa de su hermana sin mucho esfuerzo. Intenta advertir a Carmen, pero ella, cegada por el cariño fraternal, se resiste a ver la realidad. A sus ojos, Chema sigue siendo ese hermano pequeño vulnerable que necesita ayuda. Lo que no sabe es que Chema podría traer más problemas que soluciones.
En medio de este torbellino de emociones, Begoña se enfrenta a uno de los momentos más dolorosos de su vida. La ruptura con Andrés ha dejado una herida profunda, pero lo que realmente la descompone es ver cómo él ha decidido entregarse por completo al cuidado de María. Lejos de rehacer su vida o buscar consuelo, Andrés se ha volcado en cuerpo y alma en apoyar a su exmujer, dejando de lado incluso sus propios deseos y necesidades. Esta actitud obsesiva de Andrés hiere a Begoña más que cualquier ruptura. Se siente desplazada, invisible, sustituida por una mujer que, en su opinión, solo lo manipula.
Gema, por su parte, también atraviesa momentos de inquietud. Preocupada por Joaquín y por cómo se está implicando cada vez más en la investigación contra Don Pedro, decide compartir sus temores con Digna. La tensión que se vive en el seno de la familia empieza a desbordarla, y necesita desahogarse. Digna, siempre alerta, escucha atentamente… y cuando se entera de que Damián sigue indagando en los negocios oscuros de su hermano Pedro, reacciona con firmeza. Está decidida a no quedarse de brazos cruzados. Aunque no revela sus intenciones, deja claro que hará todo lo posible para proteger a los suyos, incluso si eso implica enfrentarse a su propio entorno.
Mientras las emociones hierven por todos lados, el espectador percibe que todo está a punto de estallar. Pelayo, con su creciente desconfianza hacia Gabriel, parece ser el único dispuesto a mirar más allá de las apariencias. Sabe que algo no encaja, que esa sonrisa encantadora puede esconder segundas intenciones. La pregunta es si alguien le hará caso antes de que sea demasiado tarde.
Raúl, aparentemente resignado, se aparta… ¿pero por cuánto tiempo? ¿Ha renunciado de verdad o solo está tomando impulso para un nuevo movimiento? Su relación con María ha dejado huellas profundas, y la tensión entre ellos sigue presente, aunque camuflada bajo gestos de cordialidad.
Andrés, atrapado en un bucle de culpa y deber, continúa atado emocionalmente a María. La compasión ha tomado el control de su vida, y Begoña, testigo silenciosa de este cambio, empieza a perder la esperanza de recuperarlo. En el fondo, sabe que mientras María esté presente, Andrés no podrá mirar hacia adelante.
Chema, con su aparente simpatía y sus planes de vendedor improvisado, se instala sin muchas objeciones. Pero los que conocen de verdad a personas como él —como Tasio— saben que tras esa fachada encantadora puede haber oportunismo.
Y, por último, la lucha de poder en la familia De la Reina se intensifica. Con Damián investigando, Joaquín sospechando, Gema preocupada y Digna lista para intervenir, todo parece indicar que la verdad sobre Don Pedro está cada vez más cerca de salir a la luz. Pero en Sueños de libertad, cada paso hacia la verdad puede tener un alto precio. ¿Están todos preparados para asumirlo?
En definitiva, este episodio del martes no solo pone en jaque la confianza familiar, sino que plantea preguntas esenciales sobre lealtad, manipulación y justicia. Gabriel ha llegado con una misión que aún desconocemos, pero Pelayo ya ha levantado la voz: podría ser un topo. Y cuando alguien lanza una alerta así en la familia De la Reina, ignorarla puede tener consecuencias fatales.