Leocadia ve amenazada su posición en ‘La Promesa’, en el capítulo del lunes: Una semana decisiva para el futuro del palacio

El nuevo episodio de La Promesa que se emitirá el lunes llega cargado de emociones, enfrentamientos y decisiones que pueden cambiar el curso del futuro de los personajes más importantes del palacio. En el centro de todo este huracán está, una vez más, Leocadia, cuya autoridad y posición se tambalean peligrosamente. Esta vez, el detonante no es otro que el duque de Carvajal y Cifuentes, Lisandro, que ha vuelto a alterar el delicado equilibrio de poder al gestionar un título nobiliario para Catalina y Adriano. Un gesto que ha causado perplejidad, desconcierto… y mucho malestar.

Catalina y Adriano reciben el regalo con una mezcla de sorpresa y duda. No saben si aceptarlo, dado el impacto que puede tener sobre el estatus familiar y las implicaciones que conlleva. No obstante, la reacción más explosiva es, sin duda, la de Leocadia, que siente que Lisandro ha actuado por su cuenta y sin respetar su autoridad ni su influencia en los asuntos de la familia. Esta gestión del título nobiliario se convierte para ella en una afrenta directa. Leocadia, acostumbrada a mover los hilos y controlar cada decisión importante, ve en este gesto un ataque a su papel como figura de poder dentro del palacio.

Pero Leocadia no es la única que se siente desplazada. Jacobo, que ya venía arrastrando un sentimiento de desubicación, también se ve afectado por la situación. No entiende cómo Adriano puede dudar en aceptar una distinción de tal magnitud, y no tarda en reprochárselo. Jacobo se siente cada vez más como una pieza que no encaja en el tablero, y esta nueva jugada del duque solo refuerza su inseguridad.

En medio de estas tensiones, Leocadia finalmente logra que su hija Ángela abandone La Promesa, supuestamente para retomar sus estudios de Derecho en Zúrich. Sin embargo, desconoce que Ángela, lejos de obedecer sin cuestionar, ha elaborado su propio plan. Ángela ha dejado el palacio, sí, pero no con intención de desaparecer. Esta partida es solo el primer paso en una estrategia personal que podría devolverla al centro de la historia más pronto de lo que su madre imagina.

Mientras tanto, otros personajes también avanzan en sus propias tramas. Manuel, decidido a dejar atrás el pasado y avanzar, firma la venta de los motores, una decisión que toma por carta, aceptando finalmente la oferta recibida. Este paso importante lo comparte con Simona, a quien confía el encuentro que tuvo con Jana en el cementerio, un momento que lo ha marcado profundamente y que refleja cómo los vínculos emocionales siguen siendo centrales en su vida.

Por otro lado, María Fernández continúa con su incansable cruzada para descubrir la verdad detrás del correo que incriminó al padre Samuel. La joven se muestra firme en su exigencia de que el autor del mensaje dé la cara y confiese públicamente. Para María, no se trata solo de limpiar el nombre del sacerdote, sino también de restablecer la justicia en un entorno donde la mentira y la manipulación parecen campar a sus anchas.

En otro rincón del palacio, Emilia vive un momento de felicidad contenida. Rómulo ha tomado la decisión de marcharse junto a ella de La Promesa, una elección que podría significar un nuevo comienzo para ambos. Sin embargo, Rómulo le pide que mantenga en secreto su decisión, lo que añade un matiz de inquietud a la aparente buena noticia. La discreción será clave si quieren evitar enfrentamientos o represalias antes de su partida definitiva.

Curro, por su parte, sigue desentrañando uno de los misterios más oscuros que han sacudido el palacio. Junto a Pía y Lope, descubre que el estuche de la pulsera que recibieron contenía cianuro, una revelación escalofriante que convierte el objeto en una prueba de intento de asesinato. Lejos de detenerse, los tres elaboran un nuevo plan para volver a la joyería Llop, con la esperanza de encontrar nuevas pistas que les ayuden a identificar al verdadero responsable del encargo mortal.

Este segundo viaje a la joyería no será solo un intento de atar cabos sueltos. Para Curro, Pía y Lope, representa la posibilidad de llegar al fondo de un asunto que amenaza con destruir la estabilidad de todos en La Promesa. La sospecha, el miedo y el deseo de justicia los impulsan a tomar riesgos que podrían exponerlos a nuevos peligros. Aun así, están decididos a llegar hasta el final.

Mientras todas estas tramas avanzan, la tensión general en el palacio crece sin control. Cada movimiento de Lisandro y Leocadia tiene consecuencias imprevisibles. El pulso de poder entre ambos amenaza con arrastrar a todos los demás personajes en una espiral de confrontación. Leocadia se niega a perder el control que tanto le ha costado consolidar, pero sus enemigos –o simplemente quienes no están dispuestos a seguirle el juego– también se hacen más fuertes.

Lisandro, con su posición privilegiada y su habilidad para manejar los hilos del poder, parece tener siempre un plan bajo la manga. Y aunque su relación con Leocadia es ambigua, marcada por la tensión y tal vez por emociones del pasado, no cabe duda de que ambos se perciben mutuamente como rivales directos en el juego de poder que se libra en La Promesa.

El futuro de la familia pende de un hilo. Las decisiones tomadas en este episodio tendrán eco durante mucho tiempo, afectando no solo las relaciones personales sino también la estructura misma de poder en el palacio. La visita a la joyería Llop, el enfrentamiento entre Catalina y Jacobo, la rebeldía silenciosa de Ángela, la lucha de María Fernández por la verdad y la partida secreta de Rómulo y Emilia son solo algunos de los elementos que configuran un capítulo intenso, lleno de giros inesperados.

El lunes, La Promesa mostrará una vez más que en este universo de intrigas, pasiones y lealtades divididas, nadie está a salvo. Leocadia, acostumbrada a mandar desde las sombras, deberá decidir si se adapta a los nuevos tiempos o si está dispuesta a perderlo todo con tal de no ceder un centímetro de su autoridad.

La batalla por el poder, el amor y la verdad continúa… y en La Promesa, cada día puede ser el último en que todo permanezca igual.