Isabel Moreno, la magia de Claudia también brilla en la alfombra roja
Eran exactamente las ocho de la tarde cuando Isabel Moreno hizo su aparición estelar en la alfombra roja del estreno de la película Enemigos, en plena plaza de Callao. Su llegada no estaba anunciada, no figuraba en las previsiones de los medios ni en los rumores de la prensa, pero apareció como lo hacen los momentos especiales: de forma inesperada y con una luz propia que la hizo destacar entre la multitud. Esa misma luz que transmite Claudia, el personaje al que da vida en la serie Sueños de libertad, que ha conquistado a miles de espectadores.
Hace apenas un año, el nombre de Isabel Moreno no era tan reconocido por el gran público. Sin embargo, desde que se incorporó al elenco de esta exitosa serie de sobremesa producida por Atresmedia, su carrera ha dado un giro significativo. Claudia, su personaje, ha logrado calar hondo en el corazón de la audiencia. Con su acento extremeño, su forma pausada de hablar, su cariño por la tierra y su ternura natural, ha conseguido que los espectadores la sientan como alguien cercano, como una amiga o una hermana.
Claudia es mucho más que un papel. Representa la inocencia, la verdad, la empatía, el dolor y la amistad. Es una brújula emocional dentro de la serie, y gracias a la interpretación de Isabel, se ha convertido en una figura clave para entender los vínculos humanos que se desarrollan en la trama.
Isabel admite que, en ocasiones, ya no sabe muy bien en qué lugar vive, pues la vida de los actores se mueve entre dos realidades: la ficción y la rutina diaria. Sin embargo, ha sabido darle a Claudia una dimensión actoral única. Su interpretación va más allá de las palabras del guion: es sutil, emocional y profundamente conmovedora. Isabel ha tejido a Claudia con hilos de verdad, y el resultado ha sido tan orgánico que cuesta separar actriz y personaje.
Una joven promesa que llegó para quedarse
Isabel comenta con alegría que esta semana alcanzaron los 300 capítulos de Sueños de libertad, un hito que celebran con entusiasmo. “Cada vez que nos enteramos de que volvemos a liderar la audiencia, lo vivimos con una ilusión inmensa. La gente nos quiere muchísimo, lo notamos en las redes sociales, en la calle… Nos paran, nos abrazan, nos hablan como si nos conocieran de toda la vida. Es muy bonito sentir ese cariño”, cuenta.
Aunque comúnmente se piensa que las series de sobremesa están dirigidas a un público más adulto, Isabel aclara que Sueños de libertad ha roto ese molde. “Nos ve muchísima gente joven, incluso grupos de amigos que se enganchan desde el primer capítulo. Me parece una locura que una serie diaria tenga tanta repercusión, pero también es muy gratificante porque el ritmo de trabajo es vertiginoso y, a pesar de ello, el resultado es muy bueno”, asegura.
El ritmo de grabación, todo un desafío
Dani Tatay, su compañero de reparto, ya había comentado lo intensas que son las jornadas de grabación. Isabel lo confirma: “A veces me voy a casa y me doy cuenta de que he estado fuera once horas. Ya ni lo pienso (risas)”.
En cuanto a la vida sentimental de Claudia en la serie, recientemente se ha incorporado un nuevo personaje: un chófer joven y atractivo que ha causado cierta revolución. “Sí, ha entrado un niño muy guapete (risas). No sé qué pasará con eso, pero parece que se está gestando una amistad bonita. No sé a dónde nos llevará la historia, pero yo lucharé por lo que creo. Además, el recuerdo de Mateo siempre está presente. Estas cosas son complicadas en la vida real y, en la ficción, aún más (risas)”.
Humor, autenticidad y autocrítica
Entre bastidores, Isabel es conocida como la más divertida del equipo. Al preguntarle si es buena espectadora de sí misma, confiesa que al principio le costaba verse en pantalla, sobre todo cuando utilizaba un acento neutro que no le resultaba natural. “Con Claudia es distinto, la he hecho muy mía. A veces me gustaría tener más tiempo para repetir tomas, pero en una serie diaria eso es complicado. Aun así, intento dar lo mejor”.
Sobre la capacidad de separar su personaje de su vida personal, Isabel reconoce que no siempre es fácil. “Cuando grabas escenas duras, te lo llevas a casa. Es como una mochila emocional. Y cuando llegas a casa, no desconectas del todo: tienes que repasar guiones, preparar el día siguiente, responder correos… Hay días que ya ni sé cómo me llamo (risas)”.
La improvisación también forma parte del proceso
Aunque el ritmo de trabajo no permite grandes cambios en el guion, Isabel sí aporta su toque personal. “Los guionistas hacen un trabajo maravilloso (los quiero, chicos), pero yo suelo adaptar mis frases, añadir expresiones mías, hacerlo más mío. Pasamos tantas horas grabando que es importante sentir que el texto fluye de forma natural”.
Fina, su gran apoyo en la serie
En la trama, uno de los apoyos más importantes para Claudia es Fina, un personaje que atraviesa una situación delicada y guarda un secreto importante. Isabel es rotunda: “Ese secreto no lo voy a contar jamás. Aunque no confiaran en mí en su momento, me mantendré firme. Y si un día en el guion dice que lo revelo, haré todo lo posible para que eso no pase. Palabra de Mafins”, dice entre risas, refiriéndose con cariño al fandom de la serie.
Un apagón histórico en plena grabación
Isabel también vivió en carne propia uno de los apagones recientes que afectaron a Madrid. “Estaba a medio peinar: la mitad de la cabeza con rulos, la otra lisa. No quiero vivir más eventos históricos, gracias (risas). Me recordó al inicio del Covid, ese momento de incertidumbre, de no saber qué hacer. Yo solo pensaba en comprar latas de conserva, porque no tenía nada en la nevera y todo estaba en el congelador. No sabía si podría volver a casa”.
Una recomendación para el fin de semana
Antes de despedirse, Isabel recomienda un libro y una película para desconectar. “Me encantó Un amor de Sara Mesa. Luego vi la película, pero el libro me atrapó más. Y hace poco recordé The Florida Project, que me pareció maravillosa. La actuación de los niños, de la madre, de Willem Dafoe… todos están increíbles”.