Desde que La Promesa aterrizó en las tardes de La 1 de Televisión Española, su éxito no ha dejado de crecer. Entre los personajes que han capturado el corazón del público, hay uno que destaca por su temple, su integridad y su mirada firme pero serena: Rómulo Baeza, el mayordomo del palacio de los marqueses de Luján. Interpretado por Joaquín Climent, este personaje se ha convertido en mucho más que un miembro del servicio. Es una figura de autoridad, sí, pero también un pilar moral, un observador sabio y un hombre con heridas del pasado que, poco a poco, han salido a la luz.

Joaquín Climent no necesita presentación entre los seguidores de la ficción española. Actor de largo recorrido, Climent ha brillado en todos los formatos: desde series icónicas como Farmacia de guardia o 7 vidas, hasta dramas juveniles como Física o química, donde dio vida a Adolfo Madrona, el jefe de estudios del instituto Zurbarán. En el cine, lo hemos visto en títulos como El bar, Cien años de perdón o La chispa de la vida, trabajando junto a directores como Álex de la Iglesia o Daniel Calparsoro.

Sin embargo, es en La Promesa donde ha alcanzado una de sus interpretaciones más redondas. Rómulo es un personaje que ha ido ganando matices con el paso del tiempo. En su primera aparición, parecía simplemente un mayordomo riguroso, encargado de mantener el orden entre los criados. Pero con el desarrollo de la historia, hemos descubierto sus muchas capas: su lealtad incuestionable, su capacidad para guardar secretos y su profundo sentido de la justicia. También hemos sido testigos de su humanidad, de su forma de tender la mano incluso en los momentos más difíciles.

Su relación con Emilia, la enfermera del palacio, ha mostrado una faceta más emocional del personaje. En un mundo dominado por jerarquías y apariencias, Rómulo ha encontrado en Emilia una compañera con la que soñar una vida distinta. Incluso ha rechazado una casa que le ofreció el Marqués de Luján porque su verdadero deseo es vivir con ella cerca del mar. Es un gesto que habla de quién es realmente: un hombre que valora más el amor que el estatus.

También ha quedado claro que Rómulo no es ningún santo. En los últimos episodios, ha confesado un secreto demoledor: se negó a cumplir una orden directa de la marquesa Cruz, que le había pedido asesinar a Leocadia. Este acto de desobediencia, más que una traición, es una rebelión ética, una toma de postura contra el abuso de poder. Solo Cruz conoce este oscuro episodio de su pasado, y esa sombra lo acompaña a cada paso, haciéndolo más complejo, más humano.

El vínculo que mantiene con Pía, la ama de llaves, es también digno de destacar. Aunque no hay romance entre ellos, su relación es intensa y profundamente fraternal. Se entienden con una sola mirada y se protegen mutuamente como aliados silenciosos en una corte llena de intrigas. En muchos sentidos, Rómulo representa la conciencia del servicio, el equilibrio entre la disciplina y la empatía.

La interpretación de Joaquín Climent ha sido clave para dotar a este personaje de una densidad emocional notable. Ha sabido pasar de ser una figura discreta a convertirse en una pieza esencial en el engranaje narrativo de la serie. Su sola presencia transmite autoridad, pero también vulnerabilidad. Y es precisamente esa combinación lo que ha conquistado al público.

Pero como todo en la vida, los ciclos se cierran, y todo parece indicar que Joaquín Climent se despedirá pronto de La Promesa. Si bien no hay confirmación oficial por parte del actor o de la cadena, los rumores son cada vez más insistentes. Su salida supondría un gran vacío, pero también abriría la puerta a nuevas aventuras profesionales para un actor de su talla.

La historia de Joaquín Climent no se reduce a sus papeles en televisión. Nacido en Requena (Valencia), comparte tierra natal con el conocido presentador Pablo Motos. Su hermano, Luis Climent, también ha brillado en su terreno, siendo campeón de España de rallyes en 1996 y trabajando actualmente en la Escuela de Conducción del Circuit Ricardo Tormo.

Desde los años 80, Joaquín ha trabajado bajo la dirección de grandes nombres del teatro español como Miguel Narros, Adolfo Marsillach o Manuel Canseco. Su compromiso con la escena se mantiene vivo, participando como jurado en certámenes teatrales como el de la Fundación de Requena. También ha sido capaz de compaginar teatro y televisión, como cuando alternó El comisario con la obra Tres versiones de la vida, junto a Silvia Marsó y José Luis Gil.

En el ámbito cinematográfico, tuvo una destacada colaboración con María Barranco en el telefilm Camping, que se inspiraba en la lucha de los trabajadores de Sintel. Curiosamente, no trabajaban juntos desde los años 80, cuando coincidieron en el cortometraje No se lo digas a nadie.

Sobre su vida personal, Joaquín Climent estuvo casado con la actriz Adriana Ozores, con quien mantiene una relación cordial pese al divorcio. Juntos son padres de Adrián, nacido en 1993. Adriana lo ha descrito en varias ocasiones como “lo más bonito que hay en este mundo”. Joaquín, aunque discreto con su vida privada, siempre ha mostrado orgullo por su familia y ha dejado claro que, más allá de los focos, es un hombre sencillo y muy cercano.

Un adiós que deja huella

La posible salida de Joaquín Climent de La Promesa marcaría un antes y un después en la serie. Su personaje, Rómulo, ha sido un faro en medio de las tormentas que han sacudido el palacio, una figura que ha sabido mantenerse firme en sus principios incluso cuando todo a su alrededor parecía derrumbarse. Si finalmente se despide, lo hará como lo ha hecho todo en esta serie: con dignidad, discreción y un legado imborrable.

Pero Joaquín no se detiene. Su carrera continúa, y es de esperar que pronto lo veamos en nuevos proyectos, ya sea en teatro, cine o televisión. Porque si algo ha demostrado a lo largo de todos estos años, es que su talento no entiende de géneros ni formatos. Solo entiende de verdad, compromiso y pasión por contar historias.

Y mientras los espectadores de La Promesa se preparan para despedirse de Rómulo, el actor que lo interpreta se alista para seguir brillando allá donde vaya. Porque Joaquín Climent, sin duda, es uno de los grandes del panorama interpretativo español.