RTVE rectifica tras el fracaso de ‘La familia de la tele’ y vuelve a apostar por sus series emblema
El intento de rejuvenecer las tardes de La 1 con el magacín La familia de la tele ha terminado por convertirse en uno de los mayores tropiezos recientes de RTVE. Lo que nació como una propuesta ambiciosa, con gran presupuesto y el objetivo de modernizar el formato vespertino, acabó convertido en una apuesta fallida que afectó negativamente a la parrilla, desconcertó a los espectadores y tensó la relación entre la cadena pública y los fieles seguidores de sus ficciones diarias.
Desde su estreno en mayo, La familia de la tele se presentó con grandes expectativas. Más de seis millones de euros de inversión, la presencia de conocidos rostros de la crónica social, un despliegue técnico llamativo en Prado del Rey y una idea base que mezclaba entretenimiento, actualidad y ficción. El plan incluía incluso integrar las emisiones de La Promesa y Valle salvaje dentro del propio magacín, una estrategia que se reveló como uno de los principales errores del formato.
Ficción dentro del magacín: una jugada arriesgada que salió mal
En lugar de generar una sinergia efectiva entre programas y series, la decisión de “camuflar” los episodios dentro del magacín provocó una enorme confusión entre la audiencia. Muchos espectadores no sabían con certeza a qué hora comenzaban las telenovelas, y otros no entendían si se trataba de tramas nuevas o simples repeticiones editadas. Durante semanas, ni siquiera las parrillas oficiales anunciaban claramente los horarios, lo que dificultaba aún más el seguimiento.
Esta incertidumbre tuvo un impacto inmediato. Aunque La Promesa y Valle salvaje registraron cifras récord de audiencia en mayo —con un 17% y un 12,5% de share respectivamente—, lo hicieron en un contexto de total inestabilidad, con cambios de última hora, capítulos emitidos con retraso o directamente aplazados sin previo aviso. Uno de los momentos más criticados fue el día en que se pospuso un episodio por una noticia papal urgente, lo que generó un aluvión de quejas en redes sociales.
La audiencia castiga la experimentación mal ejecutada
A medida que pasaban las semanas, el vínculo de los espectadores con el magacín se fue debilitando. Ni las secciones ligadas a las series —como El club de La Promesa, incluido dentro del programa— ni las entrevistas o tertulias lograron retener a la audiencia. El espacio apenas superaba el 4% de cuota en sus últimas emisiones y perdía hasta diez puntos de share justo después de La Promesa, evidenciando que el público cambiaba de canal en masa.
Mientras tanto, las ficciones resistían. A pesar de la tormenta en la parrilla, La Promesa se consolidó como lo más visto de RTVE Play en el primer trimestre de 2025, y Valle salvaje ocupó el segundo puesto entre las series más reproducidas. Este respaldo digital confirmó que, incluso sin promoción adecuada ni horarios estables, los seguidores de estas historias mantenían su lealtad.
Una cancelación inevitable y una rectificación necesaria
Finalmente, la cancelación de La familia de la tele se hizo oficial el 18 de junio, apenas siete semanas después de su estreno. La decisión fue interpretada por muchos como una señal de que RTVE escuchaba a su audiencia y estaba dispuesta a corregir el rumbo. En lugar de insistir con un formato que claramente no conectaba, la cadena optó por devolver el protagonismo a sus productos más sólidos.
La reestructuración posterior fue inmediata: Valle salvaje y La Promesa recuperaron sus horarios tradicionales, y RTVE aprovechó para introducir Malas lenguas, un espacio informativo que venía de triunfar en La 2 y que ha superado con creces las cifras del magacín desde su llegada a La 1. En su estreno, duplicó la audiencia de La familia de la tele y se consolidó como una alternativa informativa potente, especialmente en un clima político tenso.
El futuro: estabilidad, ficción y nuevos concursos
Mirando hacia adelante, RTVE ya trabaja en la incorporación de nuevos formatos más alineados con las preferencias de su audiencia. Uno de los más esperados es Trivial Pursuit, un concurso basado en el popular juego de mesa, que llegará en otoño con la intención de completar las tardes de La 1 de forma más coherente y ordenada.
La vuelta a lo esencial —series, información y concursos familiares— ha sido bien recibida tanto por la crítica como por los espectadores. De hecho, muchos analistas coinciden en que la clave del éxito de la televisión pública pasa por no imitar los modelos de la privada, sino por reforzar su identidad propia: una programación cercana, accesible y pensada para todos los públicos.
Lecciones aprendidas y confianza renovada
El experimento de La familia de la tele ha servido como una advertencia clara: por muy ambiciosa que sea una propuesta, si no respeta las expectativas y hábitos del público, el rechazo puede ser fulminante. RTVE ha entendido que su audiencia valora la estabilidad, la claridad en la emisión y la calidad en las historias. Las ficciones diarias como La Promesa o Valle salvaje no solo entretienen: crean comunidad, fidelizan y generan conversación.
En una época en la que las plataformas de streaming multiplican las opciones y el consumo fragmentado es la norma, mantener una franja horaria potente en la televisión lineal no es tarea fácil. Por eso, contar con productos que arrastran a cientos de miles de espectadores día a día es un activo que RTVE no puede permitirse perder.
Una lección de humildad y una oportunidad para crecer
El batacazo de La familia de la tele también ha demostrado que incluso los proyectos con más recursos pueden fracasar si no se conectan con las emociones y expectativas del público. Pero lo verdaderamente importante es cómo se responde ante el error. Y en ese sentido, RTVE ha reaccionado con agilidad, reconociendo su equivocación y devolviendo a las series su espacio natural.
Hoy, La Promesa y Valle salvaje vuelven a reinar en las tardes de La 1, respaldadas por una audiencia que, pese a la confusión temporal, nunca les dio la espalda. Es un buen momento para retomar el rumbo con fuerza, apostar por lo que funciona y, sobre todo, no perder de vista el corazón de la televisión pública: la cercanía, la coherencia y la confianza.
Porque en un ecosistema audiovisual cada vez más cambiante, quien sabe escuchar a su público tiene siempre una nueva oportunidad para conquistar el futuro.