En el próximo capítulo de La Promesa, a emitirse el lunes 19 de mayo, el ambiente en el palacio se vuelve más tenso que nunca: el joven Curro se encuentra al borde del abismo, y cada segundo podría ser el último que pase en libertad dentro de la finca. La llegada inesperada de un personaje temido por todos cambiará por completo el curso de los acontecimientos.
Se trata de don Lisandro de Carvajal y Cifuentes, duque, Grande de España y nada menos que la mano derecha del rey Alfonso XIII. Su presencia no es fruto de la casualidad ni una simple visita de cortesía. Su arribo tiene un propósito claro: supervisar directamente que La Promesa siga fielmente las órdenes dictadas desde la Casa Real. Y lo que está en juego no es solo el prestigio de los Luján, sino la permanencia misma de Curro en el palacio.
Desde su entrada, Lisandro impone respeto, temor y un aura de incertidumbre. Cada palabra suya parece esconder un juicio, cada mirada una amenaza. Para muchos en La Promesa, especialmente en la planta baja donde trabaja el servicio, su llegada remueve viejas heridas. No han olvidado el trato altanero que este hombre prodigó en visitas anteriores: condescendiente, humillante, casi inhumano. Ahora, todos deben mantener las apariencias, pero bajo la superficie late un resentimiento silencioso.
En los salones principales, la familia Luján vive una verdadera operación de encubrimiento. Don Alonso y doña Leocadia exigen absoluta discreción. La fachada debe ser impecable: ni una palabra fuera de lugar, ni un gesto inapropiado. El palacio debe parecer una pintura de paz, orden y virtud… aunque por dentro se esté desmoronando. Lisandro viene con una misión específica y peligrosa: confirmar que Curro ha sido apartado, expulsado… eliminado del entorno familiar. Su sola presencia pone en jaque la integridad de todos.
Pero hay quienes se rebelan ante esta mascarada. Catalina se niega rotundamente a esconder su matrimonio con Adriano y la existencia de sus hijos. Para ella, ocultar su vida para complacer al duque es una ofensa imperdonable, un acto de cobardía. Adriano, más prudente, intenta hacerla entrar en razón, temiendo por su seguridad, pero Catalina se mantiene firme: sus hijos no son una vergüenza, sino su mayor orgullo, y no los esconderá por nadie.
Manuel, por su parte, también muestra su descontento. No acepta que su familia se someta al dictado de un hombre como Lisandro, que juega con el destino ajeno como si fuera un peón en un tablero. Aunque don Alonso intenta explicarle que ceder es una cuestión de supervivencia, Manuel no puede aceptar el precio de esa obediencia: la dignidad.
Y mientras todo el palacio se esfuerza en mantener las apariencias, Curro sigue adelante con su peligrosa investigación sobre la joyería y la misteriosa muerte de don Pedro. El joven no mide el peligro que lo rodea. Junto a su inseparable amigo Lope y la decidida Ángela, planean una nueva visita a la tienda de Trinidad. Ángela, aunque inicialmente excluida, insiste en acompañarlos. Cree que su presencia femenina puede ayudar a que la dependienta se abra más y revele información crucial.
La situación se complica cuando ocurre lo inevitable: Curro se cruza cara a cara con Lisandro. El joven, pese a los intentos por pasar desapercibido, es reconocido por el duque. ¿Qué hará ahora Lisandro? ¿Será este el fin de Curro en La Promesa? ¿Tomará represalias inmediatas o moverá los hilos con sigilo para hacerlo desaparecer sin dejar rastro?
El riesgo para Curro es extremo. Las órdenes previas de Lisandro eran tajantes: el joven no debía permanecer en el palacio bajo ningún concepto. Si el duque confirma su presencia, las consecuencias podrían ser devastadoras para todos, especialmente para la familia Luján. Don Alonso y doña Leocadia viven en un estado de zozobra constante, temiendo que todo lo que han construido se derrumbe por una sola mirada del poderoso aristócrata.
La tensión aumenta con cada minuto. El día de la visita del duque, el ambiente se torna irrespirable. Desde el momento en que el elegante carruaje se detiene ante las puertas de La Promesa, y Lisandro desciende con porte majestuoso y mirada escrutadora, todo se tambalea. Acompañado por una discreta pero eficaz comitiva, el duque es recibido con una cortesía forzada, mientras que en los corazones de los habitantes del palacio solo hay temor.
Curro, Lope y Ángela aprovechan el revuelo causado por la llegada de Lisandro para escabullirse sin ser vistos. Su destino: la joyería de Trinidad. Allí esperan conseguir una pieza más del rompecabezas, una pista que les permita continuar con su investigación. La tensión es palpable al cruzar la puerta del local. Trinidad los recibe con una sonrisa fingida, su incomodidad evidente. Algo oculta, y ellos están dispuestos a descubrirlo.
Pero esta misión clandestina no es el único problema. La visita de Lisandro ha dividido a La Promesa. Mientras algunos se pliegan a las exigencias del duque para protegerse, otros, como Catalina y Manuel, se plantan en una lucha silenciosa por mantener la verdad, la dignidad y la justicia. Eugenia, además, toma su propio rumbo: cansada de los juegos de poder de Lorenzo, decide enfrentarlo abiertamente y reclama el derecho de visitar a su hermana Cruz en prisión.
Lisandro no es simplemente un noble influyente. Es un hombre capaz de alterar realidades con una sola decisión. Sus palabras, siempre envueltas en una calma peligrosa, contienen amenazas veladas que no todos pueden ignorar. Su poder no proviene solo de su título, sino de la cercanía con el rey y de su habilidad para imponer su voluntad sin levantar la voz.
Las próximas horas serán cruciales. Curro ha sido descubierto. La familia está al borde del colapso. La lucha entre la apariencia y la verdad, entre la obediencia y la rebeldía, está a punto de estallar. ¿Será Curro expulsado de La Promesa por orden del duque? ¿O encontrarán una forma de protegerlo antes de que sea demasiado tarde?
El capítulo 597 promete ser uno de los más tensos y decisivos de toda la serie. La presencia de Lisandro sacude todos los cimientos de La Promesa. Y Curro… Curro tiene los días contados.