En el próximo capítulo de La Promesa, los cimientos del palacio temblarán cuando Rómulo, el fiel mayordomo de la familia, finalmente decida revelar el verdadero motivo detrás de su inesperada partida. Aunque al principio parecía que su decisión de irse junto a Emilia respondía a asuntos personales, lo que nadie se imaginaba es que estaba huyendo de una amenaza directa: Leocadia.
Todo comenzará cuando Alonso, intrigado por la repentina dimisión de su empleado más leal, lo confronte directamente. Rómulo, presionado, se derrumbará emocionalmente y confesará que ha sido forzado a marcharse porque Leocadia lo amenazó con difamarlo y asociarlo a oscuros secretos del pasado. Alonso, al principio incrédulo, se burlará de la idea de que Leocadia tenga tanto poder… hasta que Rómulo, con el temple de quien ha callado demasiado tiempo, le revele que Leocadia no es quien aparenta ser: es una criminal escondida entre los muros de La Promesa, y lleva años manipulando desde las sombras.
Mientras tanto, en la cocina, las criadas Simona y Candela se enteran del rumor de que Rómulo dejará la casa. Lo que empieza como un simple chisme pronto se convierte en una red de especulaciones: ¿Será por amor a Emilia? ¿O por algún secreto que ya no puede soportar? La conversación entre ellas insinúa que el pasado de Hann y la caída de otros miembros de la familia podrían estar conectados con esta misteriosa salida.
Por otro lado, Manuel, devastado por la noticia, confronta a Rómulo en su despacho. Con dolor en la voz, le reprocha su intención de irse sin despedirse. Pero Rómulo, con un viejo broche en la mano, responde con metáforas sobre la vida y las decisiones difíciles. La escena se llena de tensión cuando irrumpe Leocadia con su habitual cinismo. Ella finge inocencia, pero lanza indirectas venenosas que dejan entrever que sabe más de lo que admite. “Espero que te lleves todos tus secretos”, dice con desprecio, mientras Manuel sospecha cada vez más que ella ha forzado la salida del mayordomo.
A la mañana siguiente, Rómulo se presenta en el despacho de Alonso para formalizar su renuncia. El marqués, perplejo y conmovido, le ruega que no lo haga, asegurándole que puede resolver cualquier conflicto. Pero cuando Rómulo finalmente le revela que ha sido amenazado por Leocadia, el rostro de Alonso cambia por completo. El mayordomo explica que si no se iba, Leocadia lo haría ver como cómplice de los peores eventos en la historia reciente del palacio. Rómulo describe con voz firme que ella quiere borrarlo del mapa porque él conoce su verdadero y oscuro pasado.
Con estas revelaciones, Alonso, visiblemente alterado, promete que eso se terminará. Se niega a aceptar la renuncia de Rómulo y le dice que se quedará, que juntos desvelarán la verdad. Ante este compromiso, el mayordomo le confiesa aún más: Leocadia no solo es una manipuladora, sino una mujer con un pasado criminal lleno de sombras, actos cometidos en otras casas, otras ciudades. La conoció mucho antes de su llegada a La Promesa, y sabía desde el principio que representaba un peligro.
Rómulo admite que al principio pensó que ella había cambiado, que buscaba una nueva oportunidad… pero con el tiempo comprendió que su objetivo era tomar el control del palacio, y que la prisión de Cruz y la tragedia de Hann llevaban su huella. Alonso, estupefacto, decide actuar inmediatamente.
Se dirige con firmeza a la biblioteca, donde encuentra a Leocadia con una copa de vino y actitud relajada. Pero todo cambia cuando Alonso cierra la puerta con fuerza y la enfrenta: “Sé quién es usted en realidad”. Leocadia, por primera vez, pierde el control de su expresión. Alonso la acusa directamente de haber manipulado a todos, de amenazar a su mayordomo y de esconder crímenes. Ella, en un intento de mantener su máscara, lo niega, pero su rostro no puede ocultar la verdad.
Cuando él le exige saber qué esconde, Leocadia, con una mezcla de furia y resignación, admite que ha hecho “lo que debía hacer”. Alonso grita: “¿Lo admite?”. Ella responde fríamente: “No todos tienen estómago para sobrevivir. Yo sí”. Pero el marqués no se deja intimidar: le anuncia que su permanencia en el palacio queda bajo revisión y que si se comprueban las acusaciones, será expulsada sin contemplaciones.
La guerra ha comenzado.
Leocadia, con los puños apretados y la mirada helada, comprende que ha perdido el primer asalto, pero no se rendirá. Mientras tanto, Alonso abandona el salón visiblemente afectado, sin darse cuenta de que una joven criada, María Fernández, ha oído toda la conversación desde la puerta entreabierta. Con el corazón acelerado, corre por los pasillos hasta una capilla improvisada donde se encuentra Samuel, el ex sacerdote.
Entre susurros y nerviosismo, María le cuenta que escuchó a Leocadia maldecir a Rómulo, diciendo que estaba “cavando su propia tumba” por haberla expuesto. Samuel, preocupado, comprende la gravedad de la situación. Si Leocadia está detrás de tantos eventos oscuros, quizás finalmente ha llegado el momento de desenmascararla del todo.
Con un gesto decidido, Samuel parte con un plan en mente, dejando a María sola, pero con la esperanza de que, por fin, la verdad esté saliendo a la luz.
Así concluye este impactante episodio de La Promesa, donde las máscaras caen, los aliados se fortalecen y los enemigos se revelan. ¿Será este el inicio del fin para Leocadia? ¿Lograrán Rómulo, Alonso y Samuel desenterrar toda la verdad y restaurar el orden en el palacio?
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