La semana que se avecina en La Promesa promete ser una de las más intensas y reveladoras de la temporada. Los acontecimientos que se desarrollarán entre los capítulos 655 y 659 marcarán un punto de inflexión para varios personajes, y los espectadores serán testigos de secretos largamente ocultos, traiciones inesperadas y giros dramáticos que pondrán a prueba la lealtad y la fuerza emocional de todos en el palacio.
El gran escándalo que se cierne sobre los Luján es, sin duda, el romance clandestino entre Leocadia y Cristóbal Ballesteros, una relación prohibida que no solo desafía las normas sociales de la época, sino que amenaza con dinamitar la frágil estabilidad de la casa. La sospecha ya venía creciendo desde hace tiempo, con escenas ambiguas y miradas cómplices, pero ahora el secreto empieza a ser imposible de ocultar. La atracción entre ellos es innegable, y aunque intentan mantener las apariencias, hay quienes ya han comenzado a atar cabos y a notar los encuentros sospechosos. Lo que parecía un rumor se convierte en una verdad devastadora que sacudirá los cimientos de La Promesa.
Mientras tanto, otro frente se abre con la detención de Lorenzo. La llegada de los militares no solo lo despoja de cualquier poder, sino que lo coloca frente a un tribunal militar y un consejo de guerra que podrían sellar su destino de la peor manera. Para Curro, la captura de quien fuera su padre supone un desahogo, una liberación largamente esperada. No oculta su satisfacción e incluso se permite burlarse de él en sus últimos instantes en el palacio, una especie de revancha por todo el sufrimiento causado. Sin embargo, esta aparente victoria trae consigo un nuevo reto: Curro deberá aprender a reconstruirse, empezar de cero y definir su futuro lejos de la sombra de Lorenzo. Su alegría se entremezcla con una cierta nostalgia amarga, porque aunque Lorenzo era un tirano, también representaba un vínculo con su pasado.
Paralelamente, las tensiones entre Catalina y Martina alcanzan un nivel insostenible. La disputa entre ellas, alimentada por diferencias irreconciliables, fuerza a Martina a tomar una decisión radical: abandonar el palacio. Esta salida, que impacta profundamente a todos, no solo refleja su incapacidad para convivir con Catalina, sino también su deseo de cortar con un entorno en el que ya no encuentra paz. La familia Luján se tambalea con cada enfrentamiento, y la ruptura entre estas dos jóvenes deja heridas difíciles de sanar.
En el terreno empresarial, Manuel continúa siendo un personaje clave. Su firmeza a la hora de enfrentar a Leocadia, y más tarde a su propio padre, Alonso, lo convierten en la voz de la razón dentro de un entorno cargado de secretos y tensiones. No tiene miedo de señalar los errores, incluso si eso implica enfrentarse a los suyos. La relación con Alonso, sin embargo, se deteriora cada vez más, con discusiones que no solo giran en torno a la empresa de aviación, sino también a los valores y principios que ambos defienden. El choque generacional es evidente: Alonso insiste en el control y la tradición, mientras que Manuel apuesta por la independencia y la innovación. Esta pugna, que se intensifica a lo largo de la semana, amenaza con desgarrar lo poco que queda de la relación padre-hijo.
En paralelo, las criadas y el personal de servicio no permanecen ajenos a los dramas de la nobleza. Candela y Simona, con su habitual curiosidad y ternura, intentan acercarse a Enora, mientras que Toño, atrapado entre sus sentimientos y las presiones de los demás, se sincera sobre su situación sentimental. Al mismo tiempo, Pía, siempre perspicaz, empieza a indagar en el misterioso comportamiento de Cristóbal Ballesteros. Sus sospechas se ven confirmadas cuando obtiene una valiosa información del cartero, y pronto sus investigaciones la llevan hasta el despacho del mayordomo, donde su intromisión será descubierta. Este hallazgo la coloca en una posición peligrosa, pues ha tocado un secreto que muchos querrían mantener enterrado.
El regreso inesperado de la duquesa de Carril, madre de Vera, añade otra capa de tensión. Vera había estado esperando con ilusión a su hermano Federico, pero en su lugar aparece la figura imponente de la duquesa, trayendo consigo noticias que hieren a la joven: Federico no quiere verla. Esta revelación desgarra a Vera, aunque pronto surgen dudas sobre la veracidad de esa afirmación. López, con su instinto, sospecha que la duquesa miente y que en realidad algo más oscuro se esconde tras esa ausencia.
En los capítulos del jueves y viernes, la tensión alcanza su clímax. Manuel y Alonso tienen uno de sus enfrentamientos más brutales, una pelea que no solo gira en torno a la empresa, sino que refleja la distancia emocional que ya parece insalvable entre ambos. La sensación de fracaso envuelve al marqués, mientras que Manuel se debate entre la frustración y el dolor de ver cómo su padre no logra entenderlo.
Por su parte, Martina, incapaz de reconciliarse con Catalina, confirma su deseo de marcharse, mientras que Curro y Ángela, tras la partida definitiva de Lorenzo, empiezan a soñar con un futuro juntos. Sin embargo, la felicidad está lejos de estar asegurada, pues el peso de los secretos continúa acechando en cada rincón del palacio.
El viernes, la tensión con respecto a Cristóbal Ballesteros y Leocadia alcanza un punto de no retorno. La relación entre ellos, cada vez más evidente, empieza a levantar sospechas no solo en el personal, sino también entre los miembros de la familia. Cristóbal, en un intento por mantener el control, organiza encuentros cada vez más arriesgados, incluso con Ángela, lo que despierta dudas aún más turbias. Algunos se preguntan si entre Cristóbal y Ángela existe un vínculo mucho más profundo, aunque el narrador deja claro que no se trata de una relación de paternidad.
Este enredo de pasiones, secretos y enfrentamientos convierte a los episodios del 18 al 22 de agosto en una montaña rusa emocional para los espectadores. Cada personaje, desde los nobles hasta los sirvientes, enfrenta decisiones que podrían cambiar su destino para siempre. Lo que queda claro es que la verdad empieza a salir a la luz, y cuando lo hace, nadie en La Promesa quedará intacto.