Una nueva semana comienza en el majestuoso palacio de La Promesa, y con ella llegan giros inesperados que pondrán en jaque a cada uno de sus habitantes. Lo que parecía un verano tranquilo se transforma en un auténtico huracán de emociones, decisiones drásticas y secretos a punto de salir a la luz.
La irrupción de los militares marca un antes y un después en la vida del marquesado. La presencia de los uniformados sacude la casa como un terremoto imposible de ignorar. Los pasillos, antes silenciosos, se llenan de pasos firmes y miradas inquisitivas. Nadie queda indiferente, porque todos saben que, cuando la justicia entra en juego, no hay escondite seguro.
El más afectado por esta llegada es Lorenzo. Tras mucho tiempo esquivando las consecuencias de sus actos, finalmente se ve acorralado. La justicia lo estrecha contra la pared y no le queda otra opción que rendirse. Su detención se convierte en un acontecimiento que divide a los habitantes de La Promesa. Curro, que tanto ha sufrido por culpa de él, no puede ocultar su alivio. Entre susurros y con un brillo de satisfacción en los ojos, confiesa: “Ya era hora”. Ese momento marca para él un cierre de heridas, aunque todos saben que las cicatrices del pasado aún dolerán durante mucho tiempo.
Mientras tanto, el ambiente en el palacio se vuelve más asfixiante. Catalina y Martina protagonizan enfrentamientos cada vez más frecuentes. Lo que comenzó como diferencias puntuales se convierte en un conflicto abierto, imposible de contener. La tensión crece hasta que Martina, incapaz de soportar la presión, toma una decisión que sorprende a todos: abandonar el palacio y todo lo que conoce. Esa determinación no solo afecta a Catalina, sino también al resto de la familia, que se ve obligada a replantear sus propias lealtades.
En paralelo, Manuel descubre los planes ocultos de su prima y esto lo lleva a enfrentarse directamente con su padre. El respeto que siempre le había profesado comienza a desmoronarse, como un muro de piedra que cede ante la erosión. Su carácter se endurece y da un paso más allá: insiste en expulsar a Leocadia y en asumir el control absoluto de la empresa familiar. Sin embargo, Leocadia no es una mujer fácil de doblegar. Consciente de su poder, decide posponer cualquier decisión, observando cada movimiento de Manuel con una mezcla de cautela y estrategia. El choque entre ambos promete convertirse en una de las batallas más intensas dentro del marquesado.
El amor, como siempre, también encuentra un espacio en medio del caos. Toño y Enora deciden oficializar su noviazgo, un anuncio que despierta murmullos y curiosidad en todos los rincones del palacio. Candela y Simona, siempre atentas, buscan acercarse a Enora para conocer mejor a la joven que ha conquistado a Toño. Los gestos, las miradas y las confidencias entre ellas añaden ternura a una trama dominada por intrigas.
Samuel, por su parte, se prepara para abandonar La Promesa. Sus maletas, listas en un rincón de la habitación, parecen sellar su destino. Sin embargo, la intervención inesperada de Toño provoca que Cristóbal replantee su decisión. Lo que parecía un adiós definitivo se convierte en un giro inesperado, abriendo la posibilidad de un nuevo comienzo.
No todo es alegría. Vera, ilusionada, espera con ansias la respuesta de su hermano a la carta que Lope le ha enviado. Cada día que pasa, sueña con recibir esas líneas que podrían acercarla de nuevo a su familia. Pero la visita de la duquesa de Carril la hunde en un mar de desconsuelo. Su madre, con palabras frías y tajantes, le asegura que Federico no desea reencontrarse con ella. Aunque el mensaje parece definitivo, todos sospechan que se trata de una mentira más de la duquesa. La duda queda sembrada: ¿es cierto lo que dice, o Federico guarda un secreto que podría cambiarlo todo?
En otro frente, Ricardo busca consejo en el padre Samuel. La posibilidad de anular su matrimonio con Ana lo atormenta, y necesita una guía espiritual que le ayude a tomar una decisión. Mientras tanto, Pía se convierte en pieza clave de un nuevo misterio. Gracias a la información obtenida del cartero de Luján, confirma sus sospechas sobre la carta de Cristóbal. Pero su investigación la lleva demasiado lejos: es sorprendida husmeando en el despacho del mayordomo, atrapada in fraganti en un acto que podría costarle caro.
Martina, fiel a su carácter decidido, no abandona su idea de marcharse con Jacobo. La fractura con Catalina resulta demasiado dolorosa, y siente que su única salida es empezar de nuevo lejos de La Promesa. Su determinación se enfrenta a las súplicas de quienes intentan retenerla, pero ella parece haber tomado una decisión definitiva.
En contraste, Ángela y Curro comienzan a soñar con un futuro juntos. Con la detención de Lorenzo, sienten que la sombra que los perseguía se disipa poco a poco. Entre confidencias y miradas llenas de esperanza, se atreven a imaginar un mañana libre de miedos, donde el amor pueda crecer sin obstáculos.
La semana en La Promesa se perfila, entonces, como una de las más intensas en la historia reciente del palacio. Las detenciones, las traiciones, los secretos familiares y las decisiones de amor se entrelazan en un tapiz narrativo donde cada hilo importa. Los espectadores, fieles a la cita diaria, se verán envueltos en un carrusel de emociones que va desde la alegría hasta el dolor más profundo.
La justicia ha entrado en el palacio, y con ella llega el inevitable ajuste de cuentas. Los personajes, enfrentados a sus propios dilemas, deberán decidir qué camino seguir: la lealtad, el amor, la ambición o la verdad. Y mientras tanto, el palacio de La Promesa sigue siendo testigo silencioso de las pasiones humanas, guardando en sus paredes secretos que, tarde o temprano, saldrán a la luz.