Manuel Regueiro, uno de los rostros más reconocibles de la ficción televisiva española actual, atraviesa un momento especialmente significativo en su carrera. A sus espaldas lleva décadas de experiencia tanto sobre las tablas como frente a las cámaras, pero ha sido su papel como Alonso, el Marqués de Luján, en la exitosa serie diaria de Televisión Española La Promesa, lo que le ha consolidado como un pilar indiscutible de la ficción nacional. Este mes de agosto, su tierra natal se lo reconoce con un merecido homenaje: el premio de la asociación Amigos de Pontevedra, que le será entregado el viernes 8 de agosto.
Para Regueiro, este galardón tiene un valor profundo, más allá de lo profesional: “Me enorgullece que reconozcan mi trabajo precisamente en la ciudad donde crecí”. A lo largo de su carrera ha transitado con soltura entre el teatro y la televisión, pero siempre ha llevado a Pontevedra en el corazón, manteniendo intacto su vínculo con la tierra gallega.
Una vocación que nació muy temprano
Desde joven, Manuel supo que su destino estaba ligado al arte escénico. Ya en el instituto mostraba un interés poco común por la interpretación, y fue entonces cuando descubrió la emoción que se esconde en la conexión con el público. El teatro fue su primer amor: “El directo, la respiración del público, esa energía compartida… es lo que te atrapa para siempre”, asegura.
Su trayectoria teatral incluye obras clásicas y contemporáneas, pero uno de los momentos más emblemáticos fue su actuación en El mercader de Venecia, interpretada en su propia ciudad hace quince años, que fue todo un éxito local. En esa ocasión, el público pontevedrés pudo disfrutar de su talento en directo, y muchos lo recuerdan aún como una noche mágica de teatro.
De las tablas al plató: un actor todoterreno
Aunque nunca ha dejado el teatro de lado, fue la televisión la que le dio una mayor proyección. Regueiro formó parte de algunas de las series más emblemáticas de la ficción española reciente, como El secreto de Puente Viejo, Acacias 38 y Amar en tiempos revueltos. Estos papeles le permitieron dominar el exigente ritmo de las producciones diarias y ganarse el cariño del público.
Sin embargo, fue en La Promesa, producida por RTVE y ambientada en la España de principios del siglo XX, donde encontró uno de los papeles más complejos y satisfactorios de su carrera. En la piel del Marqués de Luján, un personaje con múltiples matices, ha logrado construir una figura que mezcla poder, vulnerabilidad y principios, lo que le ha valido el reconocimiento unánime de crítica y audiencia.
Un trabajo en equipo que brilla a nivel internacional
Regueiro no oculta su orgullo por el éxito de La Promesa, que en 2024 fue galardonada con el Emmy Internacional a la Mejor Telenovela, un hito para la ficción española. Según él, parte del mérito radica en el excelente equipo humano que hay detrás: “Llevo casi tres años trabajando con compañeros buenísimos, tanto a nivel técnico como artístico. Sin ellos, nada de esto sería posible”.
El actor destaca también el salto de calidad que ha dado RTVE en los últimos años, apostando por ficciones con mayor ambición estética, rigor histórico y tramas que capturan al espectador sin caer en clichés. La Promesa es un ejemplo claro de esta evolución, con personajes profundos y un contexto histórico que añade capas de significado.
La vida de un actor: disciplina, pasión y compromiso
Lejos del glamour que muchos asocian con el mundo de la actuación, Regueiro recuerda que este oficio implica esfuerzo constante: “Es un trabajo muy intenso, no todo el mundo está hecho para esto”. El ritmo de las series diarias exige concentración, disciplina y la capacidad de adaptarse a nuevas situaciones cada día. Sin embargo, él no lo cambiaría por nada.
Cada personaje que interpreta, dice, le permite “ver el mundo desde otra perspectiva”. Para él, actuar no es solo repetir un texto frente a una cámara: es un ejercicio profundo de empatía, de ponerse en la piel del otro para comprenderlo y hacerlo real. Su filosofía profesional se resume en una frase clara: “Mi trabajo es buscar la verdad”.
Un regreso emocional a Pontevedra
La entrega del premio Amigos de Pontevedra supone para él un emotivo retorno a sus raíces. “Me siento muy orgulloso de ser embajador del pontevedrismo”, comenta. Este reconocimiento no solo representa el cariño de su ciudad natal, sino también la oportunidad de reencontrarse con su familia, especialmente con sus hermanos, a quienes espera con gran ilusión.
Durante el acto, no solo se celebrará su trayectoria artística, sino también su rol como referente cultural gallego. Es un homenaje a su constancia, a su honestidad profesional y a su capacidad para emocionar a miles de espectadores cada día desde la pantalla de La 1.
Un rostro familiar en los hogares españoles
A la hora del almuerzo, cuando se emite La Promesa, Manuel Regueiro entra en los salones de miles de hogares. Su personaje, Alonso de Luján, se ha convertido en parte de la vida cotidiana de muchos telespectadores. La empatía que despierta, la complejidad de sus decisiones y su evolución constante hacen que el público lo perciba como alguien cercano, casi de la familia.
Es precisamente esa cercanía lo que hace de Regueiro un actor especial: su capacidad para conmover sin sobreactuar, para emocionar desde la contención. Ya sea en un gran teatro o frente a una cámara, su interpretación siempre transmite autenticidad.
Conclusión
Manuel Regueiro es mucho más que un actor de telenovelas. Es un hombre comprometido con su arte, con su tierra y con su público. Su reconocimiento por parte de la asociación Amigos de Pontevedra no es solo un premio a su carrera, sino también un tributo al talento que nace y crece en las ciudades pequeñas, al esfuerzo constante y a la pasión que se mantiene viva con los años.
El 8 de agosto, Pontevedra no solo homenajea a un actor; celebra a un hijo ilustre que ha llevado el nombre de su ciudad a los escenarios y pantallas de toda España con dignidad, emoción y profesionalismo.