El regreso de María a casa marca un antes y un después en la dinámica familiar de los De la Reina. Aunque su llegada estaba prevista, nadie esperaba que volviera con tanta fuerza y determinación. La tensión se palpa desde el primer momento, especialmente entre ella y Begoña, que no tarda en dejar claro que no la quiere cerca. Sin embargo, María demuestra que está dispuesta a enfrentar cualquier obstáculo, aunque sea desde una silla de ruedas, y deja muy claro que, pese a todo, Andrés seguirá a su lado.
Todo comienza cuando la familia ha preparado la casa para la llegada de María tras su estancia en el hospital. Ella agradece los gestos, aunque su humor ácido no se ha perdido, señal de que sigue siendo la misma mujer fuerte de siempre. Mientras en el ambiente flota un tono tenso, Begoña ya deja entrever su deseo de deshacerse de María, jurando que la echará de la casa. No tarda en lanzar insultos, llamando cobarde a Andrés y trayendo a colación el disparo que recibió María, culpando indirectamente a su hermano. Esto desata una pelea que deja ver la gravedad de los resentimientos acumulados.
Cuando María cruza finalmente la puerta de la casa, es recibida cálidamente por el servicio. La emoción de tenerla de vuelta es real, al menos para ellos. Una de las criadas le da la bienvenida con alegría, aliviada de verla de nuevo en pie, aunque sea con limitaciones físicas. María, con su sarcasmo habitual, responde que todavía no está lista para bailar, pero celebra no haber perdido el sentido del humor, uno de sus principales mecanismos de defensa.
En el comedor, Manuela confirma que todo está listo para la comida. Andrés se acerca a María con preocupación, preguntándole cómo se siente. Pero ella no cae en sentimentalismos. Le responde con dureza, dejando claro que sabe que su presencia incomoda, y que no necesita falsos gestos de afecto. María se muestra consciente de las verdaderas emociones que despierta, especialmente en Begoña. Con amargura, le dice a Andrés que no necesita que la compadezcan y que no denunciará al hermano de Begoña por el disparo. No porque lo perdone, sino porque ya está resignada a vivir con las consecuencias del ataque.
La respuesta de Begoña deja al descubierto su hipocresía. Intenta mostrarse aliviada por la decisión de María, diciendo que denunciar sería injusto. Pero María no se calla. Le responde con rabia contenida, que lo verdaderamente injusto es estar condenada a una silla de ruedas de por vida. Es un momento crudo, cargado de emoción, donde María expresa toda la frustración que siente. Se dirige no solo a Begoña, sino a todos los presentes, para que escuchen bien: su vida ha cambiado para siempre y no va a aceptar ni lástima ni manipulaciones.
Mientras algunos intentan suavizar la situación ofreciendo ayuda, como Begoña que incluso se ofrece como enfermera, María corta cualquier intento de acercamiento. Con firmeza, afirma que no necesita nada de ella, porque tiene a su esposo, Andrés. Es un momento clave en el capítulo, ya que deja claro delante de todos que Andrés está de su lado. “Te voy a cuidar, te lo prometí”, le dice él, reafirmando su compromiso con ella pese a las presiones externas.
Esta frase no pasa desapercibida. Es un gesto de lealtad que confirma que, a pesar de todo lo ocurrido, Andrés no se separará de María. Ni el disparo, ni la presión de Begoña, ni la incomodidad del ambiente podrán romper ese vínculo. María, aunque herida física y emocionalmente, recupera así algo de control sobre su vida. Su retorno no solo remueve las aguas de la casa, también redefine las lealtades dentro de la familia.
Poco después, mientras los demás se preparan para comer, María se retira diciendo que no tiene hambre. Está agotada, necesita descansar, pero también es una forma de mantener su espacio y protegerse de las falsedades que la rodean. Su retirada a la habitación no es una derrota, sino una declaración: ella no será una víctima pasiva ni un estorbo para nadie.
Este capítulo de Sueños de Libertad marca un nuevo punto de inflexión. María, aunque debilitada físicamente, está más decidida que nunca a no permitir que la manipulen. La confrontación con Begoña es solo el inicio de lo que promete ser una batalla silenciosa por el control, el respeto y la verdad. Mientras tanto, Andrés se posiciona definitivamente a favor de su esposa, y con su promesa de cuidarla, deja claro que Begoña tendrá que asumir que su influencia en la casa ha comenzado a menguar.
La tensión no ha hecho más que empezar, y el regreso de María no solo abre viejas heridas, sino que también despierta nuevas alianzas. Con esta poderosa escena, la serie subraya el papel de María como mujer resiliente y decidida a luchar por su lugar, cueste lo que cueste. Y Begoña… tendrá que enfrentarse a una verdad incómoda: Andrés no la seguirá, porque su lealtad, al final, pertenece a María.