El capítulo 387 de Sueños de Libertad se adentra en una de las escenas más desgarradoras y tensas que hemos visto hasta ahora entre Carmen y Marta. La aparente calma en el entorno de la perfumería y los preparativos de un nuevo lanzamiento se ve interrumpida por un hallazgo que amenaza con desvelar una verdad dolorosa: la misteriosa desaparición de Fina y la gran mentira con la que Marta ha intentado sostenerse estos últimos días.

Todo comienza cuando Carmen, con gesto serio y lleno de dudas, se presenta ante Marta. Aparentemente, la conversación arranca con una referencia afectuosa hacia Fina, recordando lo especial que siempre ha sido para ambas. Sin embargo, la tensión pronto se hace evidente en el rostro de Carmen, que no tarda en soltar la bomba: ha llamado a París, buscando respuestas. Su intención era sencilla: localizar a Ester, amiga cercana de Fina, con la esperanza de confirmar el paradero de la joven. Pero lo que descubre la deja helada. Ester no solo no sabe nada de Fina, sino que tampoco tenía conocimiento alguno de que estuviera planeando viajar a Francia.

El silencio posterior de Marta lo dice todo. Carmen, que la conoce demasiado bien, percibe de inmediato que su amiga no se sorprende por la noticia. Esa falta de reacción hace saltar todas las alarmas. La desconfianza se instala entre ellas. Con voz firme y directa, Carmen exige la verdad: “Marta, ¿dónde está Fina?”.

Marta, sin poder evitarlo, se derrumba parcialmente y admite lo que hasta ahora había ocultado. Explica que no sabe exactamente dónde se encuentra Fina. Revela que la mañana en que desapareció, ella todavía dormía, y que solo encontró una nota en la que Fina explicaba brevemente que no podía permanecer allí mientras Santiago siguiera fugado. Nada más. Ni un lugar, ni un plan, ni una despedida prolongada. Tan solo esas palabras cargadas de miedo e incertidumbre.

La confesión estremece a Carmen. Siente rabia y desolación al comprender que Marta le ocultó la verdad durante dos días, haciéndole creer que Fina estaba en París. Marta, con lágrimas en los ojos, intenta justificarse. Su intención nunca fue herir a su amiga, sino evitar que todos cargaran con la misma angustia que ella lleva soportando desde que Fina desapareció. Marta pensó que sería mejor protegerlos de la incertidumbre, aunque ello significara inventar un destino falso para Fina.

Sin embargo, Carmen no puede evitar pensar en lo peor. “Entonces… Fina ha desaparecido”, murmura, como si solo al pronunciar esas palabras lograra comprender la magnitud de lo ocurrido. La desesperación se adueña de ella: ¿y si Fina está en peligro? ¿y si Santiago la ha encontrado y la retiene contra su voluntad? El miedo se convierte en una sombra que amenaza con aplastarlas.

Marta trata de tranquilizarla, aunque sus propias fuerzas se tambalean. Explica que ese miedo paralizante que sintió Fina tras todo lo vivido con Santiago seguramente fue lo que la impulsó a huir sin dejar pistas. No fue un acto de desprecio ni de abandono, sino un grito desesperado por sobrevivir. Ese temor, dice Marta, nubla la razón de cualquiera. Carmen escucha, pero su corazón late con violencia. La posibilidad de que Fina esté sola, asustada o incluso bajo amenaza la atormenta.

Aun así, Marta intenta sostenerla con una certeza que ella misma repite como un mantra: “Eso no va a pasar, Carmen. La Guardia Civil sigue los pasos de Santiago, y Pelo ya está intentando localizar a Fina. No la dejarán sola”. Le recuerda además la fortaleza de Fina, esa capacidad que siempre ha tenido para protegerse y cuidarse incluso en las peores circunstancias. “Menuda es Fina”, dice con un intento de sonrisa, evocando el carácter decidido de la mujer que ambas aman y extrañan.

Pese al miedo, Carmen se aferra a esas palabras. Necesita creer que Fina volverá, que no las ha abandonado, sino que se ha refugiado momentáneamente hasta sentirse segura. Marta insiste: volverá porque las quiere, porque su vínculo es demasiado fuerte como para romperse con una simple huida. Esa convicción es lo único que les queda mientras la incertidumbre lo devora todo.

La escena, cargada de dramatismo y ternura, avanza hacia un pacto silencioso entre ambas. Marta propone que, hasta que Fina regrese, continúen con sus vidas como si todo estuviera en orden. No se trata de olvidar, sino de resistir, de no permitir que el miedo paralice sus pasos. Carmen, aún con el corazón encogido, acepta. Sabe que deben mantenerse unidas y fuertes para cuando Fina vuelva a aparecer.

Con esa resolución, Marta la anima a retomar el trabajo. Le recuerda que aún tienen por delante el lanzamiento del nuevo perfume, un proyecto en el que deben poner toda su energía. Carmen, intentando recuperar la compostura, accede. Se ofrece incluso a hablar al día siguiente con el equipo de diseño para compartir las ideas que surjan, un gesto que refleja su intención de apoyar a Marta en todo momento.

La conversación termina con un aire ambiguo, entre el dolor y la esperanza. Por un lado, la mentira de Marta ha salido a la luz, dejando al descubierto la fragilidad de ambas ante la ausencia de Fina. Por otro, la promesa de mantenerse firmes y de no rendirse ilumina la escena con una chispa de resiliencia. Marta y Carmen se abrazan a la certeza de que su amiga regresará, aferrándose a ese vínculo que las une más allá del miedo y las mentiras.

Este capítulo no solo profundiza en la angustia de la desaparición de Fina, sino que muestra cómo el amor y la amistad pueden convertirse en el único refugio frente al vacío y la incertidumbre. La tensión entre la verdad y la mentira, el miedo y la esperanza, convierte la escena en un punto de inflexión. Ahora la gran pregunta queda abierta: ¿dónde está Fina realmente? ¿Se marchó por voluntad propia o alguien más está detrás de su desaparición?

La serie deja a los espectadores con el corazón en un puño, conscientes de que el destino de Fina marcará no solo la vida de Marta, sino también la de todos los que la rodean. La mentira de Marta, ahora descubierta, no hace más que intensificar el misterio. Carmen, aunque herida por el engaño, demuestra una lealtad inquebrantable. Ambas saben que el futuro es incierto, pero también que su unión será clave para enfrentarlo.

En definitiva, este episodio de Sueños de Libertad nos recuerda que, a veces, la verdad duele más que la mentira, pero también libera. Carmen ya conoce lo ocurrido y, aunque la angustia no desaparece, ahora comparte con Marta el peso del secreto. Juntas, deberán encontrar la fuerza para seguir adelante, mientras el enigma de Fina continúa envolviendo a todos en un torbellino de emociones, sospechas y esperanzas que promete marcar los próximos capítulos.