En los últimos acontecimientos de La Promesa, la lealtad y el amor desinteresado de Simona han brillado como nunca antes. La cocinera del palacio se ha convertido en la auténtica heroína de la historia al arriesgarlo todo por salvar a la pequeña Rafaela, la hija de Catalina, en un acto que no solo ha desafiado las normas sociales, sino que también ha puesto en jaque a los poderosos enemigos que acechan a la familia.
Todo comienza cuando Rafaela cae gravemente enferma, un trance que sume a la familia en la desesperación. Catalina, angustiada, busca sin éxito la ayuda de un médico que pueda atender a su hija. Sin embargo, todos los doctores contactados rechazan acudir al palacio debido a las amenazas lanzadas por el temido Barón de Valladares, enemigo declarado de los Luján. El Barón, cegado por el odio y el ansia de venganza, ha movilizado sus influencias para impedir que cualquier médico atienda a la niña, utilizándola como peón en su juego de poder.
Ante la inacción del marqués Alonso y la impotencia de todos los que habitan la Promesa, Simona no puede quedarse de brazos cruzados. El vínculo que la une a Catalina es mucho más profundo que el de una simple criada con su señora. Desde la muerte de doña Carmen, la madre de Catalina, fue Simona quien la acogió en su corazón como si fuera su propia hija, brindándole consuelo en los peores momentos de su vida, cuidándola en sus enfermedades y protegiéndola de las malas artes de doña Cruz, la cruel madrastra.
Por eso, ver a la hija de Catalina postrada en cama, con la vida pendiendo de un hilo, despierta en Simona un instinto feroz de protección. Sin pensarlo dos veces, se quita el delantal, deja atrás su lugar en la cocina y, sin avisar a nadie, sale decidida en busca de una solución. Su destino es claro: encontrar un médico, cueste lo que cueste.
Simona regresa horas después al palacio con el doctor Guillem, un médico humilde, de origen modesto, pero con un gran talento y un corazón compasivo. A diferencia de los doctores de renombre que han rechazado intervenir, Guillem no duda en acudir a la Promesa cuando Simona le explica la gravedad de la situación. La llegada del doctor no tarda en desatar la polémica entre los habitantes del palacio.
Los primeros en escandalizarse son Eugenia y Lorenzo de la Mata, apodado por algunos como el capitán Garrapata. Ambos, siempre clasistas y arrogantes, no pueden soportar que una simple cocinera haya osado traer al palacio a un médico de “clase baja” sin el consentimiento de los señores. Para ellos, el linaje y la apariencia lo son todo, incluso por encima de la vida de una inocente.
Pero lo más indignante es la pasividad del marqués Alonso, quien, a pesar de su posición, no tiene el carácter suficiente para imponer su autoridad y reconocer la valiente iniciativa de Simona. Mientras tanto, la cocinera carga con las críticas y el desprecio de aquellos que la consideran una insubordinada.
Sin embargo, el pueblo y los que conocen a Simona saben que su acto no fue una falta de respeto, sino un gesto de amor genuino. Para Simona, la pequeña Rafaela es como su propia nieta, y nada ni nadie iba a impedirle luchar por su vida. En un entorno donde las divisiones sociales marcan la distancia entre unos y otros, ella ha demostrado que el amor no entiende de clases.
Además, la ausencia de personajes como Hanna Expósito, la sanadora del palacio, o Emilia, la enfermera esposa de Rómulo, se hace notar en estos momentos críticos. Hanna, con su sabiduría en remedios naturales, y Emilia, con su experiencia médica, habrían sido de gran ayuda en esta situación. Pero el destino quiso que ninguna de ellas esté presente, dejando todo en manos de Simona y del recién llegado doctor Guillem.
Ahora la gran pregunta es qué sucederá con Simona tras su atrevimiento. Eugenia, con el apoyo de Cristóbal Ballesteros, el nuevo mayordomo con conexiones con el Barón de Valladares, podría aprovechar la ocasión para vengarse de Simona, humillarla o incluso pedir su expulsión del servicio. No sería de extrañar que las intrigas y conspiraciones de la Postiza busquen castigar a quien simplemente ha hecho lo correcto.
Afortunadamente, el avance de la trama promete que la intervención de Guillem traerá esperanza. Aunque aún no se ha revelado con detalle el desenlace, las pistas indican que Rafaela logrará salir adelante gracias a la determinación de Simona. Una victoria que, aunque celebrada en silencio por muchos, no evitará que se cierna sobre ella la sombra de la represalia por parte de los enemigos de la familia.
Simona ha demostrado ser mucho más que una cocinera: es el alma de la Promesa, el sostén emocional de Catalina y la encarnación del valor que se necesita cuando la vida de los inocentes está en juego. Su gesto no solo salvará una vida, sino que dejará claro que la verdadera nobleza se encuentra en los actos desinteresados y en la defensa de los más vulnerables, incluso si eso implica enfrentarse a los poderosos.
Y mientras el futuro de Simona pende de un hilo, los espectadores permanecen atentos al siguiente episodio, porque en la Promesa cada acción tiene consecuencias, y cada decisión tomada en nombre del amor puede desencadenar nuevas batallas en este palacio donde la lucha por la justicia y la dignidad aún tiene mucho por contar.