En el nuevo episodio de La Promesa, los secretos, los sacrificios y las decisiones extremas vuelven a sacudir la vida de los habitantes del Palacio de los Luján. La tensión crece con cada minuto, y varios personajes se ven empujados al límite.
Uno de los momentos más impactantes llega de la mano de Samuel, quien conmueve profundamente a María Fernández con una confesión inesperada. Lejos de tratarse de una infracción eclesiástica por temas dogmáticos, su excomunión fue provocada por algo mucho más humano y doloroso: el amor prohibido que sentía por ella. Al revelarle que se enfrentó a la jerarquía eclesiástica para defender ese sentimiento, María se queda paralizada. La culpa de Petra, entonces, queda en entredicho.
Conmovida, María exige que Samuel cuente toda la verdad delante del servicio, convencida de que Petra es inocente en este asunto. Pero no todo es tan fácil: divulgar un secreto de esta magnitud dentro del palacio puede tener graves consecuencias. La joven duda si enfrentarse al sistema o proteger a los suyos.
En otro rincón del palacio, Lope, Curro y Pía descubren algo que puede cambiarlo todo: dentro de la caja donde se hallaba la esmeralda falsa se esconde un pequeño frasco con un líquido letal. Sospechan que se trata de cianuro, el mismo veneno que acabó con la vida de Jana. La sorpresa da paso al terror: ¿cómo comprobarlo sin ponerse en peligro?
El grupo debate y no encuentran mejor forma que probar el veneno en directo, pero eso plantea un problema grave: ¿quién será el valiente que se arriesgue? ¿Y qué precio tendrá esa osadía? Esta decisión paraliza al trío, que se enfrenta a un dilema moral y vital sin precedentes.
Mientras la amenaza invisible del veneno sacude los cimientos del palacio, Lisandro, agradecido con Adriano por haberle salvado la vida, insiste en recompensarlo. Sin embargo, el labriego, fiel a sus valores, rechaza cualquier favor o pago, afirmando que solo hizo lo correcto. Pese a ello, el duque no se da por vencido y presenta un regalo misterioso que deja tanto a Catalina como al propio Adriano completamente desconcertados. Un obsequio que, sin duda, traerá repercusiones futuras.
En el ala del servicio, una noticia corre como pólvora: Rómulo y Emilia volverán a estar juntos. La reconciliación no solo sorprende a los cocineros, sino que también explica el comportamiento frío y distante que el mayordomo ha tenido en las últimas semanas. El amor, una vez más, vuelve a ser motivo de charla y esperanza entre el personal.
Por otro lado, la creciente relación entre Ángela y Curro no pasa desapercibida para Leocadia. Harta de lo que considera una falta de respeto y una amenaza al orden de la familia, toma una decisión drástica: separar a Ángela de Curro de manera definitiva. Su obsesión por mantener la “dignidad” familiar la lleva a imponer su voluntad sin medir consecuencias emocionales.
Al mismo tiempo, Manuel recibe una carta que altera por completo sus planes. El contenido de la misiva revela que alguien ha filtrado información confidencial sobre su proyecto fuera de los límites de La Promesa. El golpe lo deja desconcertado y lo obliga a replantearse en quién puede confiar realmente.
Martina, por su parte, intenta acercarse más a Jacobo, pero no tarda en notar un cambio en su actitud. El joven muestra claros signos de celos hacia Adriano, quien desde que protagonizó su acto heroico salvando a Lisandro, se ha convertido en el centro de admiración. Martina, atrapada entre la pasión y las expectativas familiares, se da cuenta de que sus decisiones están generando consecuencias imprevisibles.
En medio del caos, Vera resuelve con inteligencia el escándalo en torno a la esmeralda. Al declarar ante Ricardo que la joya era solo una réplica, logra calmar las aguas y contener lo que podría haber sido un conflicto mayor. Su intervención es clave para evitar una crisis más profunda.
El momento cumbre del episodio lo protagoniza Curro, quien, al borde del colapso emocional, decide enfrentar al mismísimo Alonso. Cansado de tantas injusticias, se arma de valor y le planta cara en un acto de rebeldía que sorprende incluso a Lorenzo. El capitán, acostumbrado a tener el control, no sabe cómo reaccionar ante la osadía del joven. Este enfrentamiento podría marcar un antes y un después en la estructura de poder del palacio.
En definitiva, este episodio de La Promesa se convierte en un torbellino de emociones, secretos al borde de ser descubiertos y decisiones que marcarán el futuro de todos los personajes. Las lealtades se ponen a prueba, las pasiones se intensifican y el peligro —en forma de veneno y traición— se cierne sobre cada rincón del palacio.
Mañana, alguien tendrá que enfrentarse al riesgo supremo de probar el veneno. ¿Quién lo hará? ¿Y cuál será el precio que deberá pagar? El misterio se profundiza, y el reloj corre en La Promesa.