Durante la semana del 9 al 13 de junio en Sueños de libertad, los acontecimientos se precipitan de forma vertiginosa. Lo que parece una simple firma de contrato entre Cristina e Irene, se convierte en el detonante de una serie de descubrimientos emocionales y conflictos familiares que sacudirán todos los cimientos. Irene queda paralizada al enterarse de la fecha de nacimiento de Cristina: coincide exactamente con la del día en que dio a luz a su hija perdida. Desde ese momento, la sospecha de un lazo más profundo se apodera de ella, aunque aún no se atreve a verbalizarlo.
Por otro lado, una desgracia sacude a la familia: María sufre un accidente grave. Su caída deja a todos devastados, especialmente a Andrés, quien se culpa a sí mismo en exceso, rozando la autoflagelación emocional. La incertidumbre sobre el diagnóstico de María mantiene en vilo a todos. En medio de esa tensión, Digna decide cancelar su luna de miel, decisión que enfurece a Don Pedro. Como represalia, él relega a Joaquín en sus funciones, mostrando una vez más su carácter despótico.
Mientras tanto, Manuela, creyendo poder reconfortar a María en el hospital, se encuentra con una reacción inesperada: la joven la rechaza con frialdad. María, dolida y desconcertada, se encierra emocionalmente y sufre en silencio. Andrés, abatido por la culpa, toma la decisión de ir a declarar ante la policía. Su implicación en el accidente es una sombra que lo persigue.
Pero el impacto no se detiene allí. Marta visita a María con la esperanza de calmar la situación, pero recibe una revelación inquietante: María está convencida de que Andrés la empujó y quiere denunciarlo. El miedo a la posibilidad de una traición deliberada crece en el ambiente. Raúl, enterado del accidente, también sospecha de Andrés y se muestra dispuesto a enfrentarlo si descubre que hubo intención.
El golpe más devastador llega cuando Luz le comunica a María que no volverá a caminar. La noticia transforma su mundo y la arrastra a un estado emocional de fragilidad. A medida que María se hunde en la desesperanza, Andrés intenta mantenerse a su lado, ignorando las advertencias de quienes le aconsejan que no se anule completamente por ella.
En paralelo, Cristina se adapta a su nuevo entorno. Irene la invita a una visita por la colonia y comienza a hacerle preguntas personales, intentando confirmar sus sospechas. Cristina se muestra amable y agradecida, ajena a que podría estar viviendo cerca de su madre biológica. Al instalarse con Fina y Claudia, deja ver actitudes que revelan cierto clasismo y prejuicios, generando pequeñas fricciones.
La historia de Gabriel, hijo de Bernardo, comienza a cobrar fuerza. Damián queda cautivado por su comportamiento educado y la forma en que describe a su padre como un tirano. Esto fortalece su vínculo con el joven, a quien comienza a considerar como el sucesor emocional de su difunto hijo Jesús. La atención que le brinda y la cena que planea en su honor reflejan su deseo de integrarlo plenamente en la familia.
Pero no todos comparten ese entusiasmo. Marta, más perspicaz, empieza a sospechar que Gabriel esconde algo. Su actitud impecable resulta, para ella, demasiado calculada. Al mismo tiempo, las tensiones aumentan cuando Raúl confronta a Manuela, convencido de que María dice la verdad sobre Andrés. Y aunque Don Pedro se ofrece a ayudar a María legalmente, ella lo rechaza: aún confía en la promesa de su esposo.
Cristina, por su parte, afronta su primer gran reto laboral en el laboratorio: crear tres perfumes en tiempo récord. Trabaja con Luis, con quien choca inicialmente, pero logran compenetrarse gracias a su talento compartido. Mientras tanto, Irene empieza a seguir a Amador Rojas, un hombre que ronda la zona. Descubre que es un detective contratado por Damián y, tras enfrentarlo, comienza a sospechar lo impensado: Cristina podría ser su hija perdida.
A medida que María recibe el alta médica y regresa a casa, Andrés se entrega completamente a cuidarla, aunque cada vez es más evidente que ella solo quiere controlarlo. Begoña percibe este cambio y empieza a intuir que María no está siendo del todo sincera. En uno de los momentos más impactantes, Ángel Rojas le revela a Damián la identidad del verdadero padre de Cristina, dejándolo sin aliento. Aunque trastornado, decide guardar silencio… al menos por ahora.
En una escena cargada de emoción, Irene observa desde lejos cómo Pedro conoce por primera vez a Cristina. El gesto en su rostro lo delata: la reconoce. Irene se convence aún más de que Cristina es su hija, pero aún no se atreve a revelarlo. Tal vez su única opción sea quererla desde el silencio.
La cena en honor a Gabriel se acerca y genera conflictos adicionales. Andrés se opone rotundamente, considerando que no es momento de celebraciones. Sin embargo, Gabriel logra manipular a Damián, quien impone su voluntad. Durante la preparación del evento, surgen nuevas tensiones: Raúl acusa abiertamente a Andrés y María lo defiende con una sonrisa solo reservada para Julia, su hija.
El hogar queda en manos de Gema, completamente desbordada, y Luz también se ve sobrepasada. La presión crece para todos. Damián sigue indagando sobre la posible implicación de Pedro en la muerte de Jesús. Las piezas comienzan a encajar y la red de secretos se tensa peligrosamente.
En el cierre de la semana, María exige cada vez más de Andrés, mientras Begoña empieza a ver la verdad detrás de la fachada. María ya no busca amor, sino venganza. Damián, por su parte, le confiesa a Joaquín sus sospechas sobre Pedro y su posible participación en el crimen de Jesús.
Todo parece apuntar a que las viejas heridas, en lugar de cerrarse, solo se profundizan. Y aunque Damián está encantado con Gabriel, lo cierto es que su llegada podría no ser la bendición que él cree… sino el principio de una nueva amenaza en el seno de la familia.