El capítulo 67 de Una nueva vida marca un antes y un después en la historia de todos los personajes, especialmente para Seyran y Ferit, quienes se enfrentan a un destino cruel e inesperado. La tragedia se desata en apenas unos segundos cuando Akın, consumido por el odio y la falta de amor materno, toma una decisión desesperada: dispara a su madre Mezide y luego se quita la vida frente a los ojos atónitos de Ferit y Seyran.
Seyran resulta gravemente herida en el incidente. En un acto de amor desesperado, Ferit la toma en brazos y la lleva corriendo al hospital. El viaje se convierte en una pesadilla: Seyran está inconsciente, su cuerpo pálido y su respiración débil rompen el alma de Ferit. Mientras tanto, İfakat, expulsada de la mansión, acude en secreto a la casa de una vidente y, entre lágrimas, confiesa que la muerte de Fazilet no fue natural… sino un asesinato planeado por ella misma.
En el hospital, la cirugía de emergencia comienza. Ferit espera angustiado mientras llegan Esme, Kazım y Suna. Pero la tensión se eleva cuando Ferit, lleno de rabia, enfrenta a Halis Korhan, a quien culpa por haber encerrado a Seyran y no haberla salvado a tiempo. Por primera vez, incluso Halis guarda silencio ante la magnitud de lo ocurrido.
El médico anuncia una noticia devastadora: el cuerpo de Seyran muestra señales de haber sido torturado con sustancias químicas. El daño no es solo físico, sino también psicológico. Las quemaduras, los hematomas… todo indica un sufrimiento extremo. Ferit entra en la unidad de cuidados intensivos y, al ver a Seyran conectada a máquinas, apenas puede contener el llanto. Toma su mano con ternura y le susurra su amor.
Entonces ocurre un milagro: los dedos de Seyran tiemblan levemente. Ferit ve una chispa de esperanza y corre a avisar al médico. El doctor les explica que la recuperación será larga y dolorosa, y que necesitará amor y apoyo constantes. Kaya, por su parte, lucha con su propio trauma: ese día tuvo que matar a un hombre, y la culpa lo consume.
Con el paso de las horas, Seyran es trasladada a una habitación. Aunque sigue inconsciente, su presencia reúne a sus seres queridos. Esme no deja de llorar, mientras Kazım permanece en silencio, y Suna recuerda momentos de la infancia donde Seyran siempre la protegió. De pronto, en un estallido emocional, Suna grita ante todos que, cuando eran niñas, nadie las protegió… y ahora nadie pudo proteger a Seyran. El silencio se apodera de la sala. Ferit, devastado, se culpa aún más. Todos comienzan a entender que el dolor de Seyran es un reflejo del daño que ha vivido toda la familia.
Hattuç, abrumada por la culpa, decide devolver la mansión que Halis le regaló para que Seyran la reciba cuando despierte. Mientras tanto, la tensión entre Kaya y Suna aumenta cuando ella descubre que Pelin lo ha estado llamando. Kaya termina confesando que, en un momento de debilidad, se dejó llevar por sus sentimientos hacia Pelin. Suna, rota por dentro, decide no llorar esta vez: opta por la fuerza.
En el hospital, Ferit y Gülgün visitan a Ece, aún marcada por los golpes de Akın. Gülgün le promete apoyo incondicional, y Ferit le asegura que la protegerá. Ece, con lágrimas, agradece en silencio. Este gesto representa un nuevo comienzo para ella. Por otro lado, Ferit se enfrenta a Kazım sobre el paradero de los cuerpos de Akın y Mezide. Ambos sienten que, si no hay cadáveres, el peligro sigue vivo. Y tenían razón.
Entonces, sucede lo impensable: Seyran abre los ojos. Ve a Ferit, quien le dice que está a salvo. Pero el trauma revive en su mente. Llora, y aunque agradece la presencia de Ferit, pide ver a Suna. Al mirarla, ambas hermanas reviven el pasado. Suna le acaricia el cabello, sin palabras, transmitiéndole fuerza. Tienes que levantarte, parece decirle. No estás sola.
İfakat, por su parte, sigue intentando rehacer su vida. La vidente le recuerda que su obsesión con Halis fue tan grande que llegó a eliminar a Fazilet. Ahora, para avanzar, debe enfrentar a Halis con la verdad. Y así lo hace. Le confiesa su amor, pero él reacciona con frialdad: nunca la amó. Herida, İfakat lanza una bomba: le revela que Orhan planea quitarle el control familiar y está enviando dinero al extranjero.
En otro frente, Suna, incapaz de contener más la ira, irrumpe en la casa de Pelin y expone públicamente la relación entre ella y Kaya. Kaya queda paralizado, Pelin avergonzada. Şehmuz, enfurecido por el escándalo, decide enviar a Pelin y a Pırıl a Londres para evitar más daño. Ferit, por su parte, se disculpa con Asuman por sus palabras pasadas, pero ella aún está dolida. El perdón no será fácil.
Lo más alarmante está por llegar: Doruk prepara una venganza con vídeos íntimos que podrían hundir a toda la familia Korhan. En medio de ese caos, Ferit promete a Seyran que empezarán de nuevo, que dejarán atrás el pasado. Justo en ese momento, recibe un mensaje del padre de Akın: “He enterrado a mi hijo. Ahora es tu turno”, acompañado de una foto junto a la tumba.
Ferit tiembla. Entiende con total certeza que la muerte de Akın no fue el final… sino el inicio de algo mucho peor. La verdadera amenaza está apenas comenzando. Los enemigos no han muerto. Solo se han ocultado. La venganza que se avecina será más cruel, más calculada y mucho más destructiva.
Este episodio es un torbellino de emociones, traiciones, confesiones, heridas del pasado y promesas rotas. Seyran lucha por vivir, Ferit por protegerla, y la familia Korhan se enfrenta a sus peores demonios. El futuro es incierto, pero una cosa es clara: Una nueva vida nunca volverá a ser igual.