El capítulo 68 de Una Nueva Vida es, sin duda, uno de los más impactantes, emocionales y decisivos de toda la serie. Las vidas de los personajes principales están al borde del colapso, atrapadas entre escándalos, venganzas y secretos del pasado que regresan para cobrar cuentas. Pero en medio del caos, un deseo profundo y urgente nace en el corazón de Seyran: convertirse en madre… antes de que sea demasiado tarde.

La historia se inicia con Ferit, paralizado al recibir una inquietante notificación en su móvil. Su expresión cambia drásticamente cuando descubre que Doruk, uno de sus enemigos, ha publicado imágenes íntimas de Asuman. Este escándalo no solo humilla a la joven, sino que ensucia el honor de toda la familia Coran. Ferit estalla de rabia y corre a buscarla, encontrándola devastada, temblorosa y profundamente herida. La tensión en la mansión estalla cuando Alice Coran irrumpe en la habitación. Ella acusa duramente a Asuman y, sin permitir que nadie intervenga, le exige que abandone el hogar.

Asuman, entre lágrimas y con el corazón roto, denuncia la hipocresía familiar: durante años, han encubierto escándalos ajenos, pero ahora la sacrifican a ella. Expulsada, sin un lugar donde ir, solo le queda pedir ayuda a Ifacat, su única tabla de salvación, aunque el apoyo que esta le ofrece tiene segundas intenciones.

Mientras tanto, otro conflicto se desata en un rincón mucho más oscuro: Tallar, el exmarido de Mecide, dado por muerto hace años, ha vuelto. Tras secuestrarla, la mantiene oculta en una cabaña remota, donde la somete a abusos físicos y psicológicos disfrazados de cuidado. Tallar no ha olvidado su obsesiva “devoción” por ella, y su regreso reabre viejas heridas, transformándose en una amenaza directa para todos.

La situación escala cuando Ferit recibe una fotografía que confirma que Mecide sigue viva. Esta revelación hace que los conflictos familiares pasen a segundo plano, ya que lo que se avecina podría ser letal. Alice y Attuk comienzan a investigar a fondo la identidad y el pasado de Tallar. Las pistas son espeluznantes: el hombre fue diagnosticado con esquizofrenia severa y se desvaneció tras abandonar el tratamiento. Su regreso, ahora silencioso y sigiloso, lo convierte en un peligro acechante para toda la familia Coran.

En medio de esta tormenta, Seyran recibe una noticia que la deja helada. El médico le informa que su tiempo para ser madre se acorta drásticamente: quizás le quedan tres años, tal vez menos. A su lado, su madre Esme se aferra a su mano, intentando brindarle fuerza. El mundo de Seyran se desmorona, aunque no derrama una sola lágrima. Este límite biológico la obliga a enfrentarse a su presente, su cuerpo y su futuro de forma contundente.

Paralelamente, Suna, en un estado emocional crítico, cae en la trampa de Ifacat y una vidente que la manipulan, sugiriéndole que Alice Coran es la raíz de su sufrimiento y que eliminarla de su vida podría traerle paz. La confusión de Suna crece, atrapada entre el deseo de liberación y el peligro de caer en un juego oscuro y peligroso.

De regreso a la amenaza principal, Ferit sigue el rastro de Doruk hasta su escondite. Lo confronta, y este, creyéndose invencible, le exige cinco millones de dólares para borrar las imágenes. Ferit, sin perder el control, idea un plan: con ayuda de Abidin y un localizador oculto, acude a la cita con una maleta llena de dinero falso. Doruk cae en la trampa y es capturado. Ferit recupera las grabaciones y deja claro que este será el fin del chantaje. Lo lleva todo a Alice, quien alivia la tensión al saber que el escándalo ha sido silenciado… por ahora.

Pero la justicia de Alice va más allá: Doruk es ejecutado en un bosque, delante de Asuman y Ifacat. Este momento marca el punto más oscuro del episodio, un acto de venganza que sella un nuevo capítulo sangriento en la historia de los Coran. Asuman, aunque destrozada, entiende que hay pecados que no pueden ser perdonados.

Y mientras el mundo parece derrumbarse, Seyran abraza una esperanza silenciosa. Tras todo lo vivido, mira a Ferit, le toma la mano y le dice con voz temblorosa pero firme: “Quiero ser madre.” Ese deseo, nacido del dolor, la enfermedad y la urgencia, se convierte en el motor que la impulsa. Ferit, conmocionado por la revelación, sabe que deben luchar contra el tiempo.

Por la noche, ambos se abrazan en silencio, refugiándose el uno en el otro. Pero Tallar sigue en las sombras, ahora infiltrado en la mansión con una nueva identidad, observando y esperando el momento de atacar. Su plan de venganza está en marcha, y ha reclutado a Tark y Safet, dos figuras siniestras con un pasado turbio.

El capítulo concluye con Ferit recibiendo una nota en su coche que dice: “Te toca a ti.” Una nueva amenaza, directa y escalofriante, que deja claro que lo peor está por venir.

Seyran, por su parte, lucha por encontrar respuestas sobre su pasado y sobre quién es realmente. Su lucha por la maternidad no es solo biológica: es emocional, espiritual y simbólica. Es su forma de aferrarse a la vida y crear algo puro en medio del horror.

Este capítulo lo cambia todo: alianzas se rompen, secretos salen a la luz, enemigos reaparecen y los personajes se ven obligados a redefinir su destino. Con la vida pendiendo de un hilo, Una Nueva Vida nos deja claro que el tiempo no se detiene para nadie… y para Seyran, cada segundo cuenta.