En el capítulo 312 de Sueños de Libertad, titulado “Marta y Fina: Tengo que trabajar y no puedo quedarme contigo, Clara”, la tensión familiar se hace presente desde el primer minuto, en una escena cargada de emociones, reproches, sarcasmos y una fuerte dosis de realidad. La protagonista de esta entrega es Clara, quien acaba de ser dada de alta del hospital tras sufrir una fractura de brazo. Sin embargo, lejos de estar conforme con el trato que recibe, su carácter fuerte y su apego a su rutina en Madrid generan un choque inmediato con Marta y Pelayo, quienes tratan de persuadirla para que se recupere en un entorno más tranquilo, aunque ella no lo ve así.
La escena se abre con Clara quejándose por el dolor y la presión que siente en la escayola. Marta, con tono calmado, le asegura que una vez que le haga efecto el antiinflamatorio, podrá moverse mejor y sentirá alivio. Clara, sin embargo, no está de humor para tranquilidades. Le reprocha a Marta que no le dieron muchas opciones al decidir traerla a esa casa. Marta intenta justificar la situación, recordándole que allí tiene todo lo que necesita: el apoyo de Teresa y Manuel, asistencia constante, y que no le faltará absolutamente nada. Pero Clara no se deja convencer tan fácilmente. Replica que en su propia casa también cuenta con servicio y que no entiende por qué no pudo quedarse allí, donde se siente más cómoda.
En medio de esta conversación algo tensa, Marta menciona que Begoña, quien es enfermera, también estará al pendiente de Clara, como si estuviera entre algodones. Sin embargo, Clara continúa quejándose, sobre todo por la premura con la que la sacaron del hospital, donde —según ella— se encontraba perfectamente. Pelayo interviene con su típico sarcasmo para restarle dramatismo a la situación, diciendo que no tiene sentido quedarse en Madrid solo por un brazo roto. Le recuerda a su madre que ella no es frágil, y Clara, con orgullo, asiente: tiene dolores, pero no es débil.
Marta intenta calmar la situación explicando que habló con el médico, y que se trata solo de una fractura limpia de brazo, mucho menos grave que una de cadera, por ejemplo. Pero Clara continúa con su malestar, ahora quejándose de que no siente los dedos. Marta le responde con tranquilidad que es consecuencia de lo apretada que está la escayola, y que el efecto del medicamento le dará alivio muy pronto.
Alguien interrumpe preguntando qué se debe hacer con las maletas de Clara. Marta se encarga rápidamente, diciendo que mandará a alguien a subirlas y a preparar la habitación de invitados. Pero esto parece avivar nuevamente la frustración de Clara. No entiende por qué no se pudo quedar en su propia casa en Madrid y que fueran ellos quienes la visitaran. Marta, firme pero sin perder la compostura, le recuerda que esa decisión ya está tomada. Ella tiene que trabajar y no puede quedarse días enteros ausente. Intenta suavizar el tono asegurándole que en solo cuatro semanas estará completamente recuperada.
A pesar de los esfuerzos de todos por hacerle ver a Clara que estará bien cuidada y que puede considerar esto como unas vacaciones, ella responde con su característica ironía, diciendo que son “vacaciones en medio de la nada y encima estando lesionada”. Sin embargo, poco a poco se va suavizando. Pide disculpas si ha sido brusca y le confiesa a su hijo que extraña su vida en Madrid, pero entiende que tendrá que adaptarse.
Marta, con un tono empático, le dice que si no logra acostumbrarse, Pelayo podrá llevarla de vuelta a Madrid por el tiempo que necesite. Es entonces cuando Marta se retira momentáneamente para avisar a Manuela que Clara se quedará en la casa. Mientras tanto, Pelayo le pregunta a su madre si necesita algo y ella, aún mostrando su estilo exigente, pide un vaso de agua con hielo y limón.
Buscando calmar las tensiones, Pelayo le ruega a su madre que se lo ponga fácil. Clara responde que lo está intentando, y que por eso vino sin quejarse. Pero Marta no parece tan convencida y le lanza una broma cariñosa, dándole a entender que la conoce demasiado bien como para creerle del todo. Le pide además que sea amable con la familia que tan generosamente le ha ofrecido su casa. Clara, en su estilo directo, insiste en que todo esto no era necesario, que perfectamente podría haberse quedado en su casa en Madrid.
Es entonces cuando Pelayo revela que, precisamente, esa era su idea: que Clara se quedara en Madrid y que pasaran unos días juntos. Clara parece sorprendida, pero acepta que, al menos, esta situación le permitirá ponerse al día con sus seres queridos. Confiesa que a veces se siente olvidada, lo que deja entrever una faceta más vulnerable de su personalidad, generalmente dura.
Cambiando de tema, Clara aprovecha para interrogar a Marta sobre su vida personal. Le pregunta si Pelayo la cuida bien y, en un tono más curioso, quiere saber por qué la vieron tomando algo con Arturo Montesquinza y por qué ha estado ignorando sus llamadas. Marta intenta esquivar el tema, pero finalmente confiesa que Arturo la contactó para hablarle sobre un negocio que le pareció interesante. Pelayo, intrigado, pregunta qué tipo de negocio es, pero la escena se corta justo en ese momento, dejando la conversación en suspenso.
Este capítulo de Sueños de Libertad se centra en las dinámicas familiares y cómo los lazos de cariño pueden estar llenos de tensión, sobre todo cuando se mezclan con decisiones impuestas y cambios drásticos en la rutina. Clara, aunque molesta y sarcástica, muestra un fondo afectuoso y una necesidad de sentirse valorada y presente en la vida de los suyos. Por su parte, Marta se ve obligada a equilibrar su sentido del deber con su papel como hija, sin dejar de lado su trabajo ni su vida personal, que parece esconder más de lo que está dispuesta a revelar.
El episodio deja al espectador con varias preguntas: ¿Qué intenciones tiene Arturo? ¿Cómo evolucionará la estancia de Clara en esta nueva casa? ¿Será capaz de adaptarse o decidirá volver a Madrid? ¿Qué secretos guarda Marta? Todo apunta a que en los próximos capítulos surgirán nuevas tensiones, revelaciones y quizá decisiones que marcarán un punto de inflexión en la historia.